Por Iker
Otra cátedra de María Pérez en Tokio
María Pérez defendió con autoridad su título mundial en los 35 kilómetros marcha en los Mundiales de Atletismo de Tokio, con un registro de 2h39:02. A sus 29 años, la española volvió a imponerse de principio a fin en un circuito urbano exigente y húmedo, clásico de la capital japonesa a comienzos de septiembre. No hubo concesiones: control del ritmo, lectura perfecta de carrera y técnica limpia cuando las piernas empezaron a pesar.
El tiempo de Pérez no alcanza su plusmarca mundial (2h37:15, Poděbrady 2023), pero es una marca de élite que demuestra gestión y cabeza. La diferencia es de 1 minuto y 47 segundos respecto a su récord, en una jornada con condiciones menos amables. Traducido, su paso medio fue de 4:33 por kilómetro (13,2 km/h), sostenido durante 35 kilómetros sin perder la forma de marcha reglamentaria. Eso es lo que separa a las campeonas: mantener la técnica a alta velocidad cuando falta oxígeno.
La carrera salió pronto, con luz suave y asfalto húmedo. Las favoritas se juntaron desde el primer giro, y el grupo fino se formó antes del ecuador. Pérez optó por un control progresivo: cabeza baja, brazos alegres, zancada elástica y sin riesgos en las zonas de curvas, donde los jueces suelen mirar con lupa. A medida que caían los kilómetros, la española endureció el paso y fue soltando rivales con paciencia.
La italiana Antonella Palmisano, campeona olímpica de 20 km en Tokio, se aseguró la plata con una actuación sólida. Sin estridencias, resistió los cambios y se aferró al podio con oficio. El tercer puesto llevó sello histórico: la ecuatoriana Torres, que firmó el primer metal femenino para su país en marcha en unos Mundiales y además con récord nacional. Ecuador ya sabía lo que era saborear la gloria en marcha con Jefferson Pérez; ahora añade por fin una página femenina a su tradición.
El guion técnico de la prueba giró, como siempre, sobre tres claves: hidratación, economía de gesto y gestión de avisos. En Tokio, con humedad alta, beber a menudo no es una opción, es un salvavidas. La española ajustó sus avituallamientos sin perder ritmo, un detalle que parece menor hasta que llegan los últimos 10 kilómetros y se decide el podio. En el plano arbitral, minimizó riesgos: cadera colocada, contacto claro, ninguna urgencia en las zonas de mayor exposición.
- Tiempo de María Pérez: 2h39:02
- Ritmo medio: 4:33/km (aprox.)
- Plusmarca mundial vigente de 35 km: 2h37:15 (Poděbrady, 21/05/2023)
- Plata: Antonella Palmisano (Italia) | Bronce: Torres (Ecuador, récord nacional)
El oro consolida una trayectoria que ya era dominante. Pérez encadenó en 2023 un doblete histórico en Budapest (20 km y 35 km) y hoy amplía su vitrina en la distancia larga. No es solo una cuestión de piernas; es de oficio. Sabe cuándo dejar que el crono trabaje a su favor y cuándo apretar para descolgar. Ese “timing” la ha convertido en el nombre de referencia del circuito.
La reina de la distancia, el pulso de la marcha y un podio que cuenta
Pérez nació en 1996 y aterriza en Tokio con un palmarés que ya pesa: oro europeo en 2018 con récord de campeonato, siete títulos de España y mejores marcas personales en casi todas las distancias que ha tocado. En 20 km, tiene el récord nacional con 1h25:30 (Córdoba, 2023). Ese registro la coloca entre las marchadoras más rápidas de la historia en la prueba olímpica corta, y explica por qué su zancada en 35 km parece más de medio fondo que de fondo puro.
El relato no es solo suyo. La plata de Palmisano confirma que la italiana ha sabido reconstruirse tras etapas de lesiones, manteniendo su clase táctica y su técnica estilizada. Y la medalla de Torres abre una nueva era para Ecuador: es el salto que faltaba para equilibrar el legado de un país que se enamoró de la marcha con Jefferson Pérez y que ahora suma su primer podio mundial femenino. En Sudamérica, donde la marcha ha crecido con fuerza en la última década, estos símbolos pesan y arrastran a nuevas generaciones.
España mantiene su cintura en una disciplina que le ha dado alegrías durante años, con nombres que van de la longevidad de Jesús Ángel García Bragado al doblete mundial de Álvaro Martín en 2023. En esa tradición, María Pérez ha llevado la vara un paso más allá: compite y gana en dos distancias, y lo hace con control estratégico y márgenes de seguridad técnica que minimizan sustos en el panel de jueces.
El futuro del 35 km ha estado en debate, con calendarios que mueven piezas entre Juegos, mundiales y nuevos formatos mixtos. Tokio mostró que la distancia sigue viva y atractiva para el público que entiende la táctica de la marcha. Los bucles cortos, las referencias visuales cada vuelta y la batalla silenciosa contra el lactato hacen la experiencia más sencilla de seguir para quienes ven por primera vez una prueba larga.
Más allá del reloj y las medallas, Pérez tiene otro impacto: visibilidad. Habla sin rodeos de su vida, de su identidad y de su entorno, y lo hace con naturalidad. Está casada con una música y no esconde quién es. Ese espejo cuenta para niñas que empiezan, para familias y para un deporte que gana cuando las figuras se muestran sin filtros. La élite no cambia por eso, pero la base sí: se ensancha.
El análisis fino de su victoria pasa también por el entrenamiento. La transición de 20 a 35 km no es un simple “más kilómetros”. Exige ajustar fuerza en cadera y glúteos, tolerancia a impactos repetidos, trabajo de técnica a ritmos poco sostenibles en 10 km pero clave en el tramo 20-30. Pérez ha demostrado que puede mover ritmos altos sin deformar el gesto, y ahí está la diferencia entre ganar y padecer al final.
En Tokio, los detalles sumaron. La elección del calzado para un asfalto caliente, los geles en los puntos marcados, el abrigo o la esponja en el momento justo. En el último tercio, cuando las posiciones ya estaban medio escritas, la española eligió proteger el oro antes que arriesgar por una marca imposible. Es una decisión adulta que solo entiende quien compite por campeonatos, no por cronómetro.
¿Y ahora qué? El calendario internacional seguirá metiendo presión con citas por equipos y temporadas cruzadas con la pista cubierta. La marcha, como siempre, exigirá reset rápido: recuperar, afinar y volver a construir. Con este oro, Pérez no solo mantiene la corona; marca el ritmo de la especialidad y obliga a las rivales a planificar pensando en su zancada.
Tokio 2025 deja una imagen clara: una campeona que no pierde el foco, un podio con lecturas potentes y una distancia larga que sigue dando historias. Para España, otro día grande en su disciplina fetiche. Para Ecuador, la confirmación de que su camino femenino ya tiene medalla y apellido. Y para la marcha, una verdad de siempre: la técnica manda, la cabeza manda y el cuerpo obedece cuando el plan es bueno.