Son muchas las razones que tiene Alfredo De la Fe para andar feliz estos días y el resto del año. El cubano nacionalizado en Colombia estará presente este sábado en la ceremonia de los premios India Catalina, en Cartagena, no solo para tocar, sino porque está entre los nominados a la estatuilla por la música que realizó para la telenovela Celia, esa producción que rindió homenaje a quien fuera su madrina de bautismo, esa inolvidable mujer de “azúcar” que le regaló las cuerdas de su primer violín.
Además, el artista festejará sus 50 años de vida musical con un nuevo disco, una exposición, conciertos. Y por si fuera poco, este año también celebra tres décadas de haber salido del infierno de la drogadicción.
¿Cómo va a celebrar sus 50 años de vida artística?
Haré una exposición de violines que estoy pintando, en el Museo de Arte Moderno de Cartagena, esto, ligado a un concierto. Sacaré un disco nuevo de mi música con unos toques de música colombiana como la cumbia y el vallenato. Me fascina tocar con acordeón. Este es un año muy bueno. Recibí una nominación a los premios India Catalina por la música de la novela de Celia Cruz y estoy haciendo la de ‘Bailando con las estrellas’, que está al aire.
Háblenos del nuevo disco…
Lo lanzaré en los próximos meses, es una mezcla de mi música con acordeón, con vallenato. Aún no le tengo nombre. En este disco me acompañan el ‘Cocha’ Molina, Julián Rojas, Alvarito Meza, Poncho Zuleta, Iván Villazón y todo el resto del equipo que es excelente.
¿Por qué Alfredito De la Fe se decidió por el violín?
Yo no me decidí por el violín, el violín me escogió a mí. Cuando yo tenía 6 años mi padre llegó con un violín que se había encontrado en la basura, sin cuerdas y sin nada, y se convirtió en mi juguete. Celia (Cruz) después me regaló las primeras cuerdas de ese mi violín. Por eso es que yo digo que el violín me escogió a mí.
¿Hoy, qué es el violín para usted?
Él es todo para mí. Está conmigo siempre, no me puedo apartar de mi violín. Él es la manera que Dios me dio de llevar felicidad y alegría a la gente.
Vivió varios años en Cali. ¿Por qué se fue de la ciudad?
En el año 82 estuve trabajando en ‘Pachanga’, un sitio muy popular en Juanchito y me quedé 14 años. Me fui a Italia porque Celia Cruz, mi madrina, me llamó para que dirigiera su show y estuve siete años. Me regresé a Nueva York y ahora que vine a hacer la música de ‘Celia’ decidí quedarme porque yo vivo feliz en Colombia. En mis 50 años de vida artística he recorrido 95 naciones, pero la magia que tiene Colombia no la tiene ninguno de esos países.
Cuando escucha palabras como El Escondite, Juanchito, Zaperoco, ¿qué se le viene a la cabeza?
La rumba de Cali. En esa época también existía Cañandonga, de Jairo Cañandonga, El Gusano Verde, El Abuelo Pachanguero, Agapito, todos esos eran sitios emblemáticos de Cali, que marcaron esa parte tan importante en la salsa. Cuando se habla de salsa se habla de Cali y si no fuera por Colombia y sobre todo Cali, la salsa se hubiera muerto hace ya mucho tiempo.
¿Usted fue llamado el ‘Niño Prodigio’ desde que estaba en Cuba o fue cuando llegó a Nueva York?
En Cuba nunca fui músico profesional. A mí me empiezan a llamar así cuando comienzo a tocar salsa, a los 12 años, en Nueva York. Este año se cumplen 50 años de eso. Empiezo a tocar con Fajardo. Después toqué con todo el mundo: con Eddie Palmieri, Ismael Miranda, la Charanga de Nueva York, formé parte de La Fania. Como empecé tan joven me apodaron El Niño Prodigio.
¿Qué le enseñaron grandes como Celia Cruz o Tito Puente?
Tito Puente me enseñó a ver siempre los pies del bailador, que si estaban bailando bien con mi música era que lo estaba haciendo bien. Celia me enseñó la puntualidad, el profesionalismo, que el público se merece respeto. Cada uno le aporta a uno. Cada vez que toco con Papo Luca es magia. A Johnny Pacheco le tengo un gran respeto porque ha sido uno de los productores más importantes, yo le digo que él es el mi director. Roberto Roena no tiene precedentes. Todos somos amigos. Haber grabado las cuerdas de El Periódico de Ayer o El Cantante, de Héctor Lavoe, fue muy especial. Lavoe vivió en mi casa, en el Hotel Aristi. Son cosas que tienen una magia especial y que han ido formando quien soy yo, hoy en día.
Me imagino que tendrá muchas anécdotas con Héctor Lavoe.
Durante el tiempo que Héctor vivió en mi casa fue una época en la que vivíamos de rumba en rumba. Ya este año cumplo 30 años de mi rehabilitación. Y con Héctor eran rumbas en mi apto. En una ocasión me dijo: ‘me voy a ahorcar con el cordel de la persiana y me dejo caer por la ventana, huy, pero son quince pisos, si se rompe el cordel me friego’. Fueron momentos tremendos, pero también muy alegres con Héctor.
¿Hay un tema que haya dividido su carrera en un antes y un después?
Claro, que sí. El tema ‘Somos los reyes del mundo’, que fue el que me dio a conocer en Colombia y en otras partes del mundo. Este tema todavía suena en la radio colombiana, quedó como de culto. Pero hay muchas canciones que uno graba y quedan como recuerdo. Para mí haber hecho las cuerdas de El Periódico de Ayer y El Cantante es algo que tiene un valor muy grande, valor sentimental, valor histórico y valor como contribución a la salsa.
¿Alguno de sus hijos ha optado por la música?
No, desafortunadamente. Cuando mis dos hijos crecieron (Alfredo y Valentina) yo estaba muy loco todavía en la rumba, no tuve mucho tiempo de estar con ellos. Y ahora tengo una niña, Gabriela, de 4 años, que vive en EE.UU. No vivo con ella, pero trato de hablarle casi a diario, es lo más lindo del mundo. Pero todos tienen su talento musical. Pero mis hijos grandes no tuvieron el contacto con la música porque yo no estaba, estaba muy ocupado rumbeando. Mis hijos se quedaban el día entero esperándome y yo no llegaba porque estaba ocupado, afortunadamente pude parar y hoy día tengo una excelente relación con ellos, pero no tuvieron tiempo alrededor mío para heredar la música.
Usted habla de su problema de drogadicción sin tapujos, como pocos artistas. ¿Cómo fue su proceso de rehabilitación?
Es que yo tengo ese deber, yo tengo que hablar de lo ‘llevado’ que estuve y mostrarles a los jóvenes y a cualquier persona que tiene problemas con la droga que es posible salir de ella. Se lo muestro a través de mi propia experiencia.
¿Cómo fueron sus primeros acercamientos con la droga?
Empecé a consumir cuando comencé como músico profesional a los 12 años y fue una cosa muy tenaz porque después fui en aumento. En el 86 me llamaron para que le tocara a Juan Pablo II y me preparé dos meses convencido de que cuando el Papa me tocara yo iba a dejar de rumbear. Pero la noche antes me fui a tomar un trago y nunca llegué a esa cita. Cuando me desperté de esa rumba de cinco días el Papa ya se había ido. Él me tocó sin tocarme. Allí yo decidí tener un cambio y empecé mi rehabilitación.
¿Cómo fue ese proceso?
No fue fácil porque fueron muchos años de consumo. Pero busqué ayuda, eso se lo digo a la gente, busquen ayuda porque esta es la única que salva, porque la droga es más fuerte que uno y lo importante es lograr parar. Yo logré parar y empecé a ayudar a otros y eso me ha mantenido en una sobriedad de muchos años.
¿El proceso de rehabilitación tuvo como base creencias religiosas?
No, para nada. Aunque fue algo muy espiritual porque si no hubiera estado Dios ayudándome yo nunca hubiera sido capaz. Él fue el que cogió el carro que era mi vida y yo me senté de pasajero y él fue el que lo manejó de ahí en adelante y me llevó por un buen camino. Pero no es religión. Es un proceso de irme a un grupo de rehabilitación, expresar mi condición de adicto y reunirme con otros que tenían la misma condición, a compartir nuestras experiencias y así lograr la sobriedad.
Estar en sobriedad es trabajar los problemas que uno desarrolla como adicto activo: de manipulación, de engaño, de mentiras, de adicción, de uno creerse el dueño del mundo, pensar que tiene la situación bajo control y no es así. Arreglar todos esos problemas que uno adquirió durante todos esos años en la adicción es lo que lo libera a uno de esa adicción. La enfermedad es incurable, porque si yo mañana empiezo a consumir de nuevo, voy a estar igual en seis meses a como estaba cuando paré.
¿Cree que lo que lo llevó al alcohol y a la droga fue por la presión recibida en el mundo artístico?
Es que pasar de jugar con carritos a estar en un mundo de noche donde todo el mundo está vendiendo, donde todo el mundo está consumiendo y uno sin una formación, siendo un niño todavía, lo normal es que uno caiga en eso. Entonces el día que me dijeron, ¿quieres probar? para que me aceptaran dije que sí y ahí me quedé muchos años.
¿Qué fue lo que más dejó de disfrutar en esa época de desorden?
Yo tuve mi época de rumba sabrosa, pero después perdí todo. Uno pierde familia, amigos, muchas cosas, porque está en un mundo totalmente nocturno, en donde el dios es la droga, lo único que importa es eso, el día a día de uno es consumir.
Pasando a otro tema, usted tuvo el privilegio de compartir navidades con Gabriel García Márquez…
Gabriel fue mi amigo, me ayudó mucho. Él tenía un hermano con un problema de droga y siempre me apadrinó y durante cuatro años seguidos, él me invitó a Cartagena a tocar con su familia, a pasar con su mamá. Tengo unos recuerdos muy lindos, fue una persona increíble, excelente y lo recuerdo siempre. Todavía hoy día me hablo con su hermana, con su esposa, fue algo muy especial compartir Navidad con toda la familia de ‘Gabo’.
Compartió escenarios también con Chocolate Armenteros, quien falleció recientemente…
Claro, claro. Trabajamos muchos, muchos años. ‘Chocolate’ fue uno de los mejores. Estuve con él en la Orquesta de Eddie Palmieri donde él era el trompetista y con la Fania All Star con la que fuimos a Colombia, a África, a toda América Latina y para mí ‘Chocolate’ fue el mejor trompetista en cuanto a su melodía a la hora de improvisar y fue alguien muy especial. Lo extraño y donde quiera que esté lo quiero.