¿Qué se puede decir del artífice de algunos de los primeros éxitos de El Gran Combo?
¿Qué se podría comentar del arquitecto del sonido del Apollo Sound de Roberto Roena?
¿Qué impresiones merece el músico y director de orquesta visionario que, prácticamente en su adolescencia, identificó el talento innato del sonero Gilberto Santa Rosa y le ofreció una de sus primeras oportunidades de grabación?
¿Qué se puede argumentar del estudioso de la trompeta que, junto a su mentor Mario Ortiz, su compañero Juancito Torres, el pianista Ray Cohén y el saxofonista cubano Jesús Caunedo, también será recordado como uno de los pioneros del jazz puertorriqueño?
¿Qué se podría escribir en la hora triste del inesperado deceso de Elías Lopés?
Que es uno de los grandes inmortales de la música latina.
Trompetista magistral.
Obrero de la tarima.
Sabio mentor, consejero y guía de cientos de músicos.
Enciclopedia musical.
El mejor anfitrión.
Entusiasta conversador.
Y un Caballero cabal.
Nunca lo vi tan contento como la tarde, a mediados de la primera década de 2000, cuando lo llamé para una entrevista y sesión de fotos junto a sus amigos y compañeros Mario Ortiz y Juancito Torres, sus vecinos en las urbanizaciones Villa Fontana y Valle Arriba, en Carolina.
“Para mí es un privilegio esta invitación para aparecer en el reportaje junto a dos trompetistas que, además de mis grandes amigos, son mis maestros”.
Con esas palabras humildes Elías aceptó la invitación para un artículo de fondo en un diario de circulación general. Solo se les solicitó un favor: que llevaran sus trompetas para la sesión fotográfica.
El escenario del encuentro sería la pintoresca Placita de Santurce. Allí se retratarían y luego conversaríamos en un restaurante aledaño.
Inolvidable por demás fue el abrazo en que estos tres hermanos de la música se confundieron al encontrarse. Cada uno llevó su trompeta para tocar y facilitar la labor del fotógrafo.
Pero ocurrió lo inesperado: a Juancito se le olvidó la boquilla y las carcajadas de Elías, hombre de un gran sentido del humor, se escucharon por toda la plaza.
Tras la sesión, pasamos a la entrevista. Elías prefirió escuchar a Mario y a Juancito, a quienes observaba con emoción y una simpática expresión de respeto y admiración.
A preguntas de este periodista, intercambiaron impresiones sobre la ya evidente merma en taller para las orquestas del patio; sobre los jóvenes que, aunque egresados de instituciones como Julliard y Berklee, afrontaban limitaciones en la misión de ofrecer continuidad a sus obras en la tradición de la trompeta; sobre sus nuevos proyectos individuales y acerca de los antecedentes del jazz boricua.
Fuera de la grabación y la anotación de sus declaraciones, Elías, Juan y Mario hablaron de Miles Davis, Roy Eldridge, Dizzy Gillespie, Woody Shaw y otros legendarios trompetistas del jazz.
Fue un junte cuya memoria atesoro porque se les reconoció en vida entonces en el medio de comunicación más poderoso e influyente del País.
Mario fue el primero que murió; pocos años después Juancito y ayer Elías, a los 72 años. Pero queda documentada, como se puede constatar en la sección de Biografías de este medio digital, una trayectoria de gran lustre y relevancia para la cultura popular caribeña.
Su familia, indiscutiblemente, conservará como reliquias imágenes y grabaciones de los ensayos de los grandes de la música que desfilaron por su espacioso estudio en Valle Arriba Heighs, donde tuve el privilegio de entrevistar al virtuoso Hilton Ruiz, precisamente gracias a la invitación de Elías.
Ya al inicio de esta nota resaltamos parte de la gesta por la cual se deben guardar luto y duelo nacional en la presente hora de la muerte de Elías Lopés. Pero entre lo mucho que se pudiera destacar artística y musicalmente del Maestro, en particular la Patria siempre le agradecerá su aportación a mediados de la década de 1980 al rescate de la décima campesina con el concepto Trompeta con Trovadores que, con el respaldo del cuatrista Orlando Laureano, le impartió un nuevo aire a la música campesina y proyectó en la televisión a poetas de la espinela como Luis Miranda, Juan Pablo Rosario, Mariano Cotto y otros.
Además, don Elías Lopés fue un estrecho colaborador de Luis “Perico” Ortiz en sus gestiones en la Oficina Cultural del Municipio Autónomo de Carolina. Elías fue el productor y director musical del Festival Internacional del Bolero, expresión intrínseca a la idiosincrasia de Borinquen.
Otro honor que lo colmó de felicidad fue el homenaje en el concepto “Trompeta Tropical” de Humberto Ramírez.
Meses atrás, en la coyuntura de su exaltación al Salón de la Fama de la Música, conversé con Elías con la encomienda de publicar un artículo en este espacio. Pude intuir que no se encontraba muy bien de salud porque al solicitarle una reacción sobre el honor de la exaltación su respuesta fue de asombro y sorpresa porque a días de la actividad alegadamente desconocía de la distinción.
Respetamos su espacio y privacidad, pero sin olvidar su peculiar humildad, afecto y sobre todo el reconocimiento del que sería objeto en Vida.
Aquella tarde, en el Teatro Francisco Arriví, Elías Lopés nuevamente fue feliz con la compañía y muestras de cariño de sus amigos, seres queridos y compañeros músicos.
Descanse en Paz, Maestro.
Fundación Nacional para la Cultura Popular