El otro día conversando sobre música con un interesante grupo de colegas de varias generaciones surgió una pequeña controversia (amistosa).
Algunos defendíamos la música, el trabajo, y el legado de los pioneros y los grandes maestros, mientras otros, pensaban (o piensan) que ya lo hecho está hecho y que lo importante es lo que viene.
En medio de la sabrosa discusión expuse mi punto, mismo que comparto con mis queridos lectores, haciendo la salvedad de que no critico a nadie y que cada uno tiene el derecho de opinar.
En principio, las bases y fundamentos de cualquier género son muy importantes para desarrollar el mismo.
Las raíces de este tipo de música que llamamos salsa y que encontramos a finales del siglo diecinueve, son las que delinearon la estructura y sentaron las pautas sobre las que se construiría este género tan popular y tan sólido como lo es el nuestro.
Pero, la aportación de los grandes músicos y cantantes no puede pasar desapercibida. Las creaciones y los aportes que sentaron las bases sobre las que se construiría nuestro género salsero, fueron la materia prima que dio paso al desarrollo de esta música hasta el sol de hoy.
Soy un ferviente creyente de la innovación y la creatividad, pero a la vez soy un defensor de lo original, lo auténtico, lo verdadero y si algo tiene este tipo de música es su autenticidad.
No debemos descartar lo viejo por viejo y lo nuevo por nuevo. Cada generación tiene su encanto y ha hecho su aportación.
En cada interpretación de los maestros hay una lección. Una clase que ningún conservatorio ofrece y que solo los estudiantes con cierto grado de sensibilidad logran comprender y aplicar. Es importante conocer los conceptos básicos, de cómo se tocan los instrumentos para entonces poder innovar.
La creatividad y la moda no deben estar reñidas con el origen. Se pueden mezclar y crear nuevos sonidos sobre la base tradicional para mantener la personalidad, el carácter y la autenticidad del género.
No le quito méritos a lo moderno, solo insisto en que el que sabe de dónde viene, sabe para dónde va. Al final, las propuestas modernas con este conocimiento se sienten más completas y tienen un sabor distinto.
En síntesis, mantengamos lo mejor de los dos mundos: lo tradicional y lo moderno.
Decía el maestro Cheo Feliciano que nuestro género es muy noble. Se fusiona, se mezcla, lo utilizan artistas de otros géneros para congraciarse con el público y aun así, sobrevive y, mejor aún, crea el interés en artistas jóvenes para seguir cultivándolo.
Nuestra música puede fusionarse, mezclarse e inclusive evolucionar e innovar, pero no debe perder la personalidad y el carácter para no dejar de ser lo que en esencia es … salsa.
Por eso, cuando alguien me habla de vieja escuela o nueva escuela yo defiendo ambas. Eso sí, le hago la aclaración de que no es vieja escuela. Es la base, la raíz, el fundamento, el concepto, la pauta, es la escuela… ¡Punto!
¡Camínalo! Gilberto Santa Rosa