Si a alguien pudiera parecerle alguna vez que el sobrenombre con que usualmente se califica a Eddie Palmieri, “el Sol de la música latina” –título de una de sus grabaciones más famosas- es arrogante o excesivo, solo tendría que hacer un pequeño ejercicio para convencerse de lo contrario.
Ese simple ejercicio consistiría en cotejar la lista de sus éxitos, tanto musicales como en términos de los reconocimientos que ha recibido. Muchas de sus grabaciones, desde las primeras que realizó con la orquesta La Perfecta hasta sus posteriores combinaciones de salsa y jazz, han sentado pautas y deleitado a los melómanos del mundo entero. Sus premios incluyen un Grammy a los Logros de Vida, un título de Maestro del Jazz otorgado por la Fundación Nacional de las Artes (el más alto galardón que puede recibir un músico de jazz en los Estados Unidos) y la inclusión de su música tanto en el Registro Nacional del Congreso como en los archivos del prestigioso Instituto Smithsonian. Palmieri es, desde hace años, una figura central tanto en la salsa como en el jazz, tanto para el público y los músicos como para la academia.
Sin embargo, el maestro –que ya cuenta con 80 años de edad- no se duerme en sus laureles y acaba de publicar una nueva grabación, “Sabiduría”, su primera desde 2006. El título no es en absoluto gratuito. Este álbum refleja la experiencia acumulada durante toda una vida, en la que Palmieri ha sobresalido como pianista, director de orquesta y creador de conceptos musicales propios. Todas esas facetas están presentes en este nuevo disco, que además está hábilmente secuenciado.
La primera mitad del álbum está mayormente dedicada a destacar a los grandes solistas invitados, tales como Alfredo de la Fe en violín; Joe Locke en vibráfono; Donald Harrison en saxofón alto; Marcus Miller en bajo; David Spinozza en guitarra eléctrica; Ronnie Cuber en saxofón barítono y otros. Todo ello brinda un gran colorido al disco, sobre todo, como ya se dijo, en esta primera mitad.
La segunda mitad no es menos impresionante, pero es, por así decirlo, más convencional, pues se dedicó a la orquesta del maestro en sí, con los poderosos vientos y percusión que la caracterizan, así como sus combinaciones usuales de montunos y ritmos salseros con improvisaciones y armonías jazzísticas.
Desde el primer tema, “Cuerdas y tumbao”, Palmieri anuncia que vino a crear cosas nuevas. Aquí los vientos están ausentes, pues han sido sustituidos por el violín de Alfredo de la Fe –grabado a cuatro voces, algo que nunca antes se había hecho. La frescura y sabrosura de este número prefiguran la creatividad que continuará a lo largo de todo el disco.
Los tambores sagrados de la religión yoruba inauguran “Wise Batá Blues”, que luego se sitúa plenamente en el terreno del jazz con los solos de Donald Harrison y Louis Fouché. Aquí Palmieri entrega el primero de los cinco solos de piano que toca en este álbum, en su estilo inimitable que ameritaría un extenso e interesantísimo análisis.
“Sabiduría” es otra hábil fusión de estilos, por su tema zigzagueante –influencia, muy posiblemente, de la música de Thelonious Monk- y por los ecos rockeros que proveen los solos de guitarra eléctrica de David Spinozza. Una extraordinaria improvisación en bajo eléctrico en estilo funky, a cargo de Marcus Miller, le añade más potencia a esta interpretación.
El agradable sonido del vibráfono de Joe Locke sobresale en “La cancha”, sabroso tumbao en el estilo “clásico” de Palmieri. Locke volverá a hacer las delicias del oyente cerca del final del CD, en la pieza “Locked In”, con reminiscencias de Cal Tjader en su solo. A continuación, “Augustine Parrish” es el vehículo perfecto para que el saxofonista Harrison muestre todo su sentimiento, energía y creatividad melódica en su improvisación. Este número es un perfecto híbrido de salsa y jazz.
La pieza central del disco, tanto por su ubicación en la secuencia como por la profundidad de su expresión, es “Life”, tocada a piano solo por Palmieri en homenaje a su fallecida esposa. Lamentablemente, los gemidos del pianista, a lo Keith Jarrett, opacan ligeramente la belleza de la interpretación, al distraer al oyente. Al final de la misma, se escucha el llanto del maestro.
“Samba do Suenho”, con una atractiva melodía, y “Spinal Volt”, que pudiera calificarse como una salsa típica al estilo de Palmieri, inauguran la segunda mitad del álbum. En “Volt”, el maestro ejecuta un solo de piano gestual, basado en frases que no necesariamente son tan fluidas ni tan hiladas, pero que funcionan a la perfección.
Una agradable sorpresa es “The Uprising”, recreación instrumental del clásico “La libertad lógico”, a la que se le agregaron los cánticos de los indios de Nueva Orleans interpretados por Donald Harrison. La presencia de los batás, así como las improvisaciones de timbal y saxo barítono, le dan a esta pieza una potencia inolvidable.
El álbum concluye con tres excelentes interpretaciones que, si bien pudieran llamarse formulaicas –pues no se apartan de la combinación de salsa y jazz que Palmieri viene presentando hace años- son sumamente agradables. Estas son “Coast to Coast”, la ya mencionada “Locked In” y la descarga final, “Jibarita y su son”.
“Sabiduría” constituye una adición importante a la carrera discográfica de uno de los grandes maestros de la salsa y el jazz, un músico que siempre se ha labrado su propio camino a fuerza de creatividad y talento. Se trata de una grabación realmente memorable. Enhorabuena.
Rafael Vega Curry