La salsa, el bolero y la plena puertorriqueña fueron las protagonistas en la voz de Gilberto Santa Rosa, quien se presentó el viernes por segunda vez en el prestigioso Carnegie Hall de Nueva York desde su debut hace más de dos décadas.
Con el concierto que tituló “The Man & His Music II”, “El caballero de la salsa” repitió el éxito que logró la primera vez en la destaca sala.
Para la cita, el ganador de seis premios Grammy no necesitó escenografía, ni luces extravagantes o vídeos para ambientar su gran noche. Una orquesta completa, bajo la dirección de Jorge Torres, compuesta por los músicos David Rosado, Jimmie Morales, Rafael Echevarría, Johnny Torres, Luis Vicente Marín, Juan Carlos Vega, Pedro Méndez, Victor Ambert, Michael Pérez, Genaro Ramírez, y un toque femenino con la flautista Rebeca Zambrana, fueron la fórmula acertada para el espectáculo.
La velada arrancó con los temas “Quien lo diría”, de Cucco Peña y Héctor Rossi; “Conciencia”, de Omar Alfanno; y “Yo la agarro bajando”, escrita por el propio cantante.
“Hace 21 años, a esta misma hora, estaba en este escenario y temblando del miedo”, recordó Santa Rosa después de saludar a la audiencia y aclarar que, originalmente, celebraría el 20 aniversario pero por compromisos del teatro, lo tuvo que posponer hasta este año.
Según avanzaba el espectáculo, el público se fue entusiasmando, tanto así que las parejas se levantaron de sus asientos para bailar en los pasillos laterales, algo poco común en el Carnegie Hall. Así bailaron éxitos como “Porque yo en el amor soy un idiota”, “Sin voluntad”, “Que alguien me diga” y “Perdóname”.
Además del ambiente de fiesta, la velada también contó con momentos emotivos, particularmente durante el segmento que dedicó al género del bolero
“Señores, ahora vamos a darle paso al bolero”, expresó el artista para seguido recordar a Cheo Feliciano (fallecido en el 2014) con la interpretación de “Mentira” y “La soledad”, cuya letra compuso con su colega Victor Manuelle a quien Santa Rosa invitó a cantar durante sus comienzos.
Con esas mismas ganas de reconocer los nuevos talentos, Gilbertito repitió el acto invitando a la cantante puertorriqueña Ana Isabelle. La joven, que actualmente reside en Nueva York, cantó un tema en solitario y otro con Santa Rosa. Su participación fue muy bien recibida y le mereció fuertes aplausos del público entre los que se encontraban el trombonista Willie Colón, y el pianista Michel Camilo, así como otros colegas.
La energía del evento continuó aumentando a lo largo del espectáculo y tuvo su punto más alto durante el segmento de “medleys” de temas al ritmo de la plena. En medio del baile y el jolgorio a los acordes de “El bombón de Elena”, Santa Rosa recibió una bandera puertorriqueña de manos de una fanática de la tercera edad.
Sin duda, transmitir el orgullo puertorriqueño desde la Gran Manzana fue un gran final para cerrar con broche de oro el espectáculo que marcó su regreso al Carnegie Hall.
Miriam Fernández-Soberón