Charanga Latina, relevo y mando

La Charanga Latina es hoy una orquesta espectáculo con un altísimo poder de convocatoria, como lo probó en octubre pasado al repletar y causar furor en el teatro Karl Marx.

Esta es la tercera hora de Enrique Álvarez y la segunda de la orquesta fundada por él en mayo de 1992. Luego de estudiar viola en la Escuela Nacional de Arte y trabajar en la Sinfónica Nacional, las orquestas de Richard Egües, Maravillas de Florida  y Elio Revé, y tras una excepcional escuela danzonera en los días de sumarse a la tropa del venerable Guillermo  Rubalcaba y beber de la sabiduría vocal de Tito Gómez y Barbarito Diez, Enrique, que contaba con los ejemplos inspiradores de su padre, Nené Álvarez, y su hermano Adalberto, se aventuró a montar tienda propia.

Esa fue la Charanga Latina. A partir del formato típico de ese tipo de agrupaciones, dio los primeros pasos, pero muy pronto se dio cuenta, como lo hizo David Calzado en paralelo y antes aun el inolvidable Juan Formell, que debía romper esquemas sin por ello renunciar al origen.

Todavía el espíritu charanguero se presentaba casi intacto en la incursión que le valió el Gran Premio y el Premio de la Popularidad en el Concurso de Música Cubana Adolfo Guzmán y  en buena medida estaba impregnado a lo largo de los temas interpretados para el disco Vivencias, en el que  mostró su virtuosismo personal en la interpretación de una sensacional descarga –ya lo había hecho junto a Alfredo de la Fe en El violín charanguero– y refrescó clásicos como Manteca (la joya del bebop  de Chano Pozo enriquecida por  Dizzy Gillespie y Gil Fuster en 1947), la guaracha-mambo Anabacoa, una de las marcas del Benny en su época con Pérez Prado; y La guarapachanga, tan cara a Miguelito Cuní.

Al final de la primera década de este siglo, Brujería, en los predios de la Egrem, indicó una media vuelta de tuerca, pues sin soltar del todo las amarras, se advertía, particularmente en las obras compuestas por Aisar Hernández y el propio Enrique, una intención renovadora, muy cercana al entorno de la timba. No tiene desperdicio la versión del clásico danzón Almendra, con Chucho Valdés al piano.

De la ductilidad de Enrique y su pasión por la tradición sonera, habla un registro memorable que vino después, Luces de Oriente, en el que asoman como invitados  Omara Portuondo, Manolito Simonet, Mayito Rivera, Silto Llorente, Juan Carlos Alfonso, David Bencomo y Lissy Álvarez, hija del músico.

Pero la nueva hora de Enrique llegó cuando otro hijo suyo, Lázaro Álvarez, ya incorporado a la orquesta, muy explosivo y con el oído y el olfato en la calle,  lo sentó un día en casa para convencerlo de que había llegado el momento de un riesgo mayor: lanzarse a fondo en las aguas de lo que los jóvenes bailadores venían reclamando.

Los discos Cada loco con su tema, Mira como vengo y hace apenas unas semanas Más fuerte, todos en el catálogo de la Egrem, instalaron a la Charanga Latina en el gusto más actual de los bailadores. Eso es un hecho, como también lo es la habilidad con que el timbre y las  propuestas rítmicas de la orquesta ha ido sorteando la tentación de las similitudes con otros exponentes de la música popular bailable contemporánea y el peligro de las concesiones al gusto degradado que muchas veces trata de pasar por moda.

La Charanga Latina es hoy una orquesta espectáculo con un altísimo poder de convocatoria, como lo probó en octubre pasado al repletar y causar furor en el teatro Karl Marx. Y como lo prueba también la persistencia con que temas como Dame un poco más y La sirenita se hallan en la preferencia de los bailadores. Lazarito, que ha tomado las riendas del nuevo concepto de la orquesta defiende a capa y espada esta nueva perspectiva.

Pedro de la Hoz

 

About The Author

Related posts

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *