Más que un virtuoso, William “Kachiro” Thompson se considera a sí mismo como un trabajador de la música, en su caso específico la percusión. “Dios me dio el talento y la habilidad”, dice agradecido. “Pero esta carrera es bien sacrificada. Uno tiene que practicar todos los días sin esperar nada, y estar preparado para cuando venga la llamada”.
Gracias a esa filosofía de vida, estaba perfectamente preparado cuando llegó la llamada del trompetista y productor Humberto Ramírez para invitarlo a ser uno de los protagonistas de la octava edición del Puerto Rico Jazz Jam. En el primer día del festival, hoy viernes, en el Teatro Tapia- presentará junto a sus colegas Eddie Montalvo y Jimmie Morales el espectáculo The Conga Masters, en homenaje a tres reyes de la percusión: Chano Pozo, Mongo Santamaría y Ray Barretto.
Una segunda llamada vino a confirmar que el 2017 empezó muy bien para él: de la prestigiosa firma de instrumentos de percusión Meinl, a la que está asociado, le informaron que ya está a la venta la conga que crearon para reconocer su trayectoria y que lleva su nombre. Es un homenaje que Thompson estima en toda su valía: aún algunos de los más grandes maestros de la conga –incluidos Santamaría y Barretto- nunca disfrutaron de un privilegio así.
“Dios es bueno, me sigue sorprendiendo”, manifiesta con humildad el músico, quien considera el estreno de las Congas Meinl – Kachiro Thompson como una especie de recompensa a sus 30 años de trabajo. Porque aunque solo tiene 46 años de edad, ya tiene tres décadas de carrera a sus espaldas.
“Vengo de la influencia de mi papá, que fue conguero de Bobby Valentín”, cuenta Thompson, nacido en Santurce. “Ya a los ocho o nueve años él me soltaba la conga a tocar algún numerito con Bobby. A los 14 años tuve el privilegio de grabar mi primer disco, con la orquesta Zodiac”.
Desde entonces, no ha parado de tocar y grabar con las mejores orquestas de aquí y del extranjero. “Te diría que, menos con El Gran Combo y la Sonora Ponceña, he tocado con todas las demás”, expresa sonriente, destacando sus años con Tommy Olivencia y Willie Rosario. Lleva 23 años con Luis Enrique, con quien viaja constantemente. De hecho, ha recorrido el mundo gracias a la música. Recuerda con especial cariño su participación, hace dos años, en el Festival del Cajón en Perú, junto con 30 percusionistas de todo el globo (él era el único puertorriqueño). Ha grabado cuatro veces con Marc Anthony; participó en “Azúcar”, el último especial de Celia Cruz; y tocó en el DVD de los 50 años de carrera de Richie Ray y Bobby Cruz, que aún no ha sido publicado. Rubén Blades, Cheo Feliciano, Gilberto Santa Rosa, Oscar D’León, Issac Delgado, Luis Fonsi, Franco de Vita y muchas otras estrellas también figuran en su resumé. En total, ha participado en más de 700 grabaciones, de las cuales ocho han sido merecedoras del Grammy o el Grammy latino.
En cada caso, hay que saber adaptarse, subraya Thompson. “Siempre trato de ejecutar en mi instrumento lo que se necesita en términos del concepto que se quiere presentar. Trato de amoldarme y tocar lo que se requiere en el momento. El género del jazz latino es un poco más abierto. Se basa en interactuar con los compañeros y darle su espacio a cada uno para que se destaque en su instrumento. Es un colectivo”.
“El fin de la música, para mí, es que todo el mundo pueda ejecutar, pero que salga el sonido del colectivo”, abunda. No obstante, trata constantemente de perfeccionar su estilo propio, “para que, cuando la gente me escuche, sepa enseguida que soy yo. Y no porque seamos congueros tiene que haber mucho alboroto siempre. Se pueden hacer dinámicas distintas”, tocando con sutileza y matices, según lo exija el momento.
Entre todos los congueros, su favorito es Sammy García. “Yo respeto y escucho a todos mis compañeros, pero la línea que siempre he tratado de seguir es la de él. No tan solo como conguero, sino como persona, él me ha enseñado mucho de este negocio. Mi mayor influencia fue mi papá, que fue el que me enseñó a tocar, pero el norte que seguí después fue el de Sammy García”.
“El instrumento de la conga es muy físico y correr de tres a cinco millas diarias me da estámina para poder tocar”, revela Thompson. “Hay veces que hay que tocar varias horas seguidas. Yo hice la gira de los Salsa Giants con Sergio George y teníamos que acompañar 10 cantantes. El show duraba cuatro horas. Por eso es que digo que uno tiene que entrenar como si fuera un atleta de alto rendimiento”.
Padre de cuatro hijos (tres mujeres y un varón) y con dos nietas, el percusionista no descarta grabar su propio disco en un futuro cercano. “La gente me dice eso. Tengo un trío con piano y bajo y tocamos jazz latino. Tengo arreglos originales, pero no tengo una fecha para entrar en el estudio”, señala, agregando que su potencial grabación combinaría la salsa con otros estilos, como rumba y bossa nova. “Invitaría a percusionistas e instrumentistas que son amigos míos”, comenta.
“No quiero pecar (de orgulloso) al decir esto, pero los músicos que más preparados están son los boricuas”, afirma Thompson. “He tocado con músicos de varias partes del mundo y te puedo decir que las escuelas de aquí preparan a los músicos con una versatilidad que les permite tocar lo que sea. Eso no lo hay en muchos sitios. Por eso, les aconsejo a los muchachos jóvenes que aprovechen, porque aquí hay maestros súper competentes. La calidad de la música que se encuentra aquí no la hay en todas partes”.
“El fin de los percusionistas no es tratar de meter mucho ‘cantazo’, sino que la gente recuerde lo que tú haces. Yo necesito que aunque sea un cantazo o dos, eso se quede en tu mente. Ese es el fin mío, ese es mi trabajo”.
“Lo que he querido siempre es, simplemente, ser un buen músico”, concluye. “Practico todos los días para tratar de ser un mejor músico y además una mejor persona. Ese es el fin mío. Si me hicieron una conga es por todo esto. Llevo 30 años grabando sin parar… Dios me ha bendecido fuertemente”.
Rafael Vega Curry