Las cenizas de Nelson Pinedo llegaron ayer a la ciudad y fueron enterradas en la iglesia San Roque ante una gran asistencia de público.
Nelson Pinedo nunca se supo muerto. Aunque murió lejos de su tierra el pasado 27 de octubre, siempre supo que este rincón del mundo, que lo vio nacer y convertirse en uno de los estandartes de la música caribeña, nunca rompió ese lazo amoroso que tenía por él.
“Por todos los países por donde él pasó siempre hablaba de su tierra natal y de su barrio Rebolo”, contó su hijo Carlos Julio. Y tal como en su bolero Borrasca, en el que le canta a un amor eterno, Barranquilla y Rebolo no se olvidaron de él. “Vas tan ligada a mi vida/ voy tan ligado a tu aliento/ que antes de ver/ roto este amor/ quiero saberme muerto”.
Ante una gran asistencia de público se llevó a cabo el último adiós del popular Pollo barranquillero, uno de los cantantes emblemáticos de la historia de nuestra ciudad.
La ceremonia sucedió en la iglesia San Roque, cerca de su natal Rebolo, barrio que lo vio nacer un sábado de Carnaval, 10 de febrero de 1928, en medio de la Danza del Torito.
En la misa, que fue presidida por el monseñor Víctor Tamayo, estuvo presente el secretario de Cultura del Distrito, Juan José Jaramillo, quien leyó el Decreto 0785, con el cual se le presentó un homenaje póstumo al popular ‘Almirante del ritmo’. “Este homenaje estaba arreglado para antes de su muerte, pero lastimosamente solo pudo volver una vez más a su hogar en estas circunstancias”, expresó Jaramillo.
Carlos Julio Pinedo, su hijo menor, asistió al evento y contó que es la primera vez que él venía a Barranquilla, pero que le ha “sorprendido el amor de Curramba, del barranquillero. Estábamos haciendo todo lo posible para traerlo en vida, Dios no quiso así, pero vinieron las cenizas de él y estamos agradecidos con la iglesia San Roque”.
Así mismo se reunieron varias personas que influyeron en la vida de Napoleón Nelson Pinedo Fedullo, como su mánager Luis El Negro Mendoza, Ricardo y Saúl Campanella, médico y empresario, respectivamente, del Pollo barranquillero.
Mendoza lamentó la partida de su gran amigo y expresó que “se fue una de las grandes figuras, que me enseño muchísimas cosas que voy a utilizar para darle a la nueva ola de artistas que se vienen”.
Así también, contó que se quedó un proyecto en el tintero que espera poder divulgar a futuro de “un documental en La Habana que estamos hablando con el empresario Saúl Campanella para ponerlo en el mercado internacional. Fue un concierto que grabamos en 2010 en el teatro América, de La Habana, al lado de Omara Portuondo y un sinnúmero de luminarias de la vieja escuela.
Fuimos a la esquina del movimiento, tuvimos la oportunidad de hablar con Senén Suárez, compositor de varios de sus éxitos, e hicimos un trabajo bello que vamos a poner a consideración del mundo melómano y en especial el salsero”.
Su esposa e hija no pudieron asistir porque en “Venezuela hay un problema de papelería para expedir pasaportes y ellas tenían los pasaportes vencidos”, contó Saúl Campanella, quien además de conservar el anillo de Pinedo en su mano, guarda en su casa en Valencia, Venezuela, “todas las cosas de Nelson, desde sus uniformes hasta los recortes de revista que él sacaba, porque
Nelson era un gran coleccionista, todas sus reliquias, todas las películas que hizo. Inclusive tengo una autobiografía de su carrera”.
Sus cenizas reposan en el osario 2-211, donde recibió flores y un último adiós digno de una figura que adonde quiera que estuviera recordaba sus orígenes barranquilleros y , sobre todo, rebolero.