Lo primero que tocó, a los nueve años, fue un bongó. Pero su destino, sin proponérselo, iba a ser el trombón. Hoy, María Balvina González, mejor conocida como María Balvina, es la trombonista del conocido salsero Gilberto Santa Rosa.
Nació entre músicos, creció entre orquestas y espera llegar a sus últimos días al ritmo de la salsa. Radicada en Bogotá desde el 2009, María sostiene que la ciudad es un lugar de muchos sones: “Me suena a salsa, me suena a merengue, aquí se toca muy buen merengue. Me ha acogido muy bien y la verdad es que suena tan chévere, porque es muy variada”.
Después del primer bongó que tocó con su papá (licenciado en música, director de orquesta e intérprete) el saxofón le hacía guiños. En su niñez, María soñaba con envolverse con este instrumento y sacar de él melódicos acordes. Sin embargo, un golpe de realidad, o de fortuna (si se le mira por el lado amable), condujo a la adolescente a abrazar el trombón.
“No hay de otra, no nos alcanza para comprar un saxofón. Toma el trombón”, le dijo su papá, Juan Carlos González, poco antes de que ella se graduara del colegio. En la orquesta Magno y mi Sonora, que él dirigía y que integraba la muchacha junto a su madre, dos hermanos y otros músicos, precisaban un trombonista.
De aquella época recuerda ‘La Guaneña’, canción con la que debutó en los escenarios. “El trombón me eligió a mí, luego me fue enamorando y ahora soy una persona muy agradecida”, confiesa María Balvina, cuyo segundo nombre es herencia de la abuela.
En el apartamento que comparte con uno de sus hermanos, en el norte de la capital, armó su pequeño estudio de ensayo. Aunque las paredes insonorizadas y la doble puerta alejan la mayor parte del sonido que produce, no faltan los vecinos que se quejan cuando ensaya por minutos, horas y hasta días seguidos.
Sostiene que el diagrama para llegar a integrar una agrupación tan prestigiosa como DKCH, que toca en Colombia y parte de Latinoamérica con Santa Rosa, es estudiar, ensayar y dejarse guiar por los maestros.
El intercambio con gente de todo el país que llegaba a la capital le permitió conocer a José Aguirre (director actual del Grupo Niche). “En el 2012, José montó una orquesta femenina para su esposa, en Cali: se llamó Canela. Me invitaron y ahí empecé a trabajar muy fuerte en la música salsa”, cuenta la pastusa, quien advierte que la cercanía con Cali y la costa del Pacífico siempre la tuvo presente.
Se sienta en el estudio. Aclara la garganta, con la mano izquierda agarra el trombón y con la derecha acciona la vara. Antes de emitir su nota, el observador repara en la pulsera dorada (igual que el instrumento), sus pulseras con piedra ojo de turco, el bléiser oscuro, el jean y las botas negras. Comienza una breve interpretación y al termino asegura: “No se requiere de una fisionomía específica para ser buena trombonista. Se trata de llevar una rutina y de meterse en el cuento, porque conozco altos, bajos, gordos y flacos que lo tocan muy bien”.
De regreso a su carrera, destaca que casi un año acompañó a Canela, con la cual viajó a México y realizó una gira por Estados Unidos. Aunque el tiempo fue corto, se convirtió en su primer fogueo internacional. Además hizo buenas amistades que a la postre la llevaron a integrar DKCH, la misma que viaja por Sudamérica y Colombia con el caballero de la salsa (Gilberto Santa Rosa).
Cuando le preguntas si hay machismo en el mundo que se mueve, responde contundente: “Sí, mucho. A veces me ha costado lágrimas, porque muchos hombres dicen cosas feas. Por fortuna –ahora su mente regresa al altiplano nariñense– mi padre nunca ha sido machista y siempre estuvo ahí. Y yo siempre he sido perseverante”.
Además, aunque es cierto que su mundo es dominado por hombres, artistas como Maité Hontelé (trompetista que viaja con su orquesta por el mundo) le demuestran que llegar lejos es posible. En su caso, vale mencionar un dato del que pocos se pueden ufanar: se ha presentado en Salsa al Parque (con DKCH y Los Van Van de Cuba) y Rock al Parque (con Alto Grado, en la sección de reggae).
Ahora que vive de la salsa (también alterna con una big band de música colombiana y otra de géneros variados en un bar del norte bogotano), confiesa que su mayor ídolo es Willie Colón, trombonista que se inició en la Fania y que después triunfó en solitario. A propósito, en sus redes sociales (@mariabalvina1) montó un video de homenaje a este sonero, con la canción ‘Calle Luna, Calle Sol’. En pocos días superó las 35.000 visualizaciones y tuvo que abrir una fan page en Facebook. Ahí arrancó su nuevo proyecto: María Balvina Orquesta, en el que trabaja cada día y al que espera que le sigan “llegando ángeles, como tantos que han llegado a mi vida”.