“Con mi oficio de salsero he podido visitar países que jamás imaginé conocer y a la vez darme a conocer en estos lares y a casi todos visitarlos regularmente”.
Terminando mi temporada en el Teatro Nacional de Santo Domingo, República Dominicana, siento un profundo agradecimiento hacia mis hermanos dominicanos por el cariño y deferencia a mi persona. Tres noches de afecto, música y buena vibra en una sala mágica que ha sido testigo de algunos de mis mejores conciertos.
La exquisita cantante y mejor persona Maridalia Hernández y mi querido amigo estelar cantautor Pavel Núñez me acompañaron en estos conciertos completando el puente musical y afectivo entre dos tierras hermanas. Músicos de la talla de Janina Rosado y Juan “Chocolate” de la Cruz se confundieron con la tribu boricua que me acompaña, dirigida por George Torres, en un intercambio profesional y de buena vibra.
En el terreno técnico, la historia no fue diferente. Félix Cabral y su personal complementaban el trabajo de César Sierra y Carmelo de Jesús, conformando un “trabuco” técnico que completaba la propuesta musical y aseguraba la calidad de la presentación.
Mientras todo esto pasaba y yo disfrutaba del sabor insustituible del aplauso, me puse a pensar en todo lo que este oficio, y específicamente este género salsero, me ha permitido vivir.
Para empezar, poder dedicarme a hacer salsa y que esta sea mi modo de vida. Darme a conocer en mi país; es decir, tener plaza aquí en la isla. Recibir oportunidades y de aquí salir a conocer parte del mundo.
Con mi oficio de salsero he podido visitar países que jamás imaginé conocer y a la vez darme a conocer en estos lares y a casi todos visitarlos regularmente.
En estos tiempo donde la industria discográfica vive tiempos cambiantes y hasta inciertos, todavía puedo hacer discos y gozar de la oportunidad de que sean difundidos. Con humildad les cuento que mi trabajo ha sido reconocido con diferentes premios en y fuera de Puerto Rico, acompañados de múltiples nominaciones.
He conocido grandes personajes, no solo de la industria musical sino de diferentes ámbitos, la mayoría de ellos muy interesantes.
Cantando salsa he pasado por el taller completo. He cantado en bailes, fiestas populares, eventos masivos y algunas de las salas de conciertos y teatros más prestigiosas de Puerto Rico y el extranjero.
Contar con la amistad y el buen trato de muchos de mis compañeros es otra bendición. Artistas nuevos, establecidos, colegas salseros, superestrellas; en fin, de todos los géneros y generaciones han tenido para mí un trato deferente y ese abrazo cariñoso sazonado con el “Gilbertito” con el cual se me conoce.
Sin lugar a dudas, la mayor satisfacción es el cariño y la aceptación del público. Esa gente solidaria que día tras día me da motivos para seguir adelante y me da el trato de un familiar o un amigo de infancia.
Esa gente que celebra y me acompaña en los logros y se disfruta cada uno de los proyectos que le presento y que gracias a su apoyo me ayudan a celebrar estos primeros cuarenta años de carrera.
Mientras disfrutaba de mi aplauso final en el teatro y de la cálida recepción del público miraba y pensaba… ¡gracias a la salsa, que me ha dado tanto!
¡Camínalo! Gilberto Santa Rosa