Nadie hubiera esperado que Andy González grabara un disco como “Entre colegas”. Un álbum de salsa, sí; uno de jazz latino, por supuesto; hasta uno de jazz “straight”, si hubiera querido hacerlo, tal vez. Pero el veterano bajista estaba dispuesto a dar la sorpresa y vaya si la dio, para el disfrute y regocijo de los amantes de la buena música, independientemente de categorías.
González es una de las figuras capitales de la música latina en la ciudad de Nueva York. Cofundador del conjunto Libre junto al célebre timbalero Manny Oquendo y, junto a su hermano Jerry, de la mítica Fort Apache Band (una agrupación cuya aportación al jazz latino aún no ha sido reconocida en su justa perspectiva); miembro del legendario Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino, así como de las bandas de Eddie Palmieri y Ray Barretto; acompañante de luminarias del jazz como Kenny Dorham y Dizzy Gillespie, el bajista ha dejado las huellas de su sonido y su afinque sobre una buena parte del panorama musical de la Gran Manzana.
Sin embargo, a la hora de grabar como líder por primera vez en su extensa carrera (caso que recuerda el de otro gran bajista, ya fallecido, Percy Heath, quien se destacó mayormente como integrante del Modern Jazz Quartet) González optó por otro camino, el que seguramente le dictó su corazón: el de honrar sus raíces, sobre todo puertorriqueñas, con un álbum en el que la sonoridad, basada principalmente en guitarras y percusión, con trompeta y piano ocasionales, recuerda la de un conjunto típico. No faltan, por supuesto, las alusiones a la salsa, al jazz, a la música cubana y aun a la música clásica, pero el sonido creado por las cuerdas de un tres, un cuatro y una guitarra es el que domina este panorama, en el que lo honesto supera a lo nostálgico y lo natural excluye al artificio. Un sonido con profunda raíz, en otras palabras.
Es también un sonido desenfadado y natural. Así se encarga de demostrarlo el propio González, a quien se escucha “contando el tiempo” para el arranque del primer tema, “Vieques”, combinación de bomba y música jíbara en la que se destacan los solos de Orlando “El Mostro” Santiago en el cuatro, el veterano Nelson González en el tres y David Oquendo en la guitarra. El solo de piano de Zaccai Curtis ilumina a continuación una versión rearmonizada por González de la “Oda a la alegría” de Beethoven.
“Entre colegas” es una grabación que se las arregla para cubrir una amplia variedad de terreno musical sin que nada suene programado o forzado. De “El Mostro’s Aguinaldo” pasamos a la transformación de la clásica balada “Misty” en un guaguancó suave y con una excelente interpretación vocal de Manuel Carro; y de ahí, a la recreación del sonido del Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino en “Inspiración de Cachao”. Aquí, los solos de González en el tres y de Nicky Marrero (integrante de las Estrellas de Fania) en timbales son puro deleite. Este mismo sonido reaparece en “Conversando conversa”, que también rinde homenaje al sonido clásico de un conjunto cubano.
Tampoco falta aquí un buen bolero (“Sabor a mí”) o, para mayor contacto con las raíces musicales, un blues (“Dyalisis Blues”). El disco concluye con dos de las piezas mejor logradas: una respetuosa versión del clásico de Billy Strayhorn “A Flower is a Lovesome Thing” interpretada por bajo, trompeta y piano, en el que Zaccai Curtis ejecuta otro solo luminoso y su hermano Luques hace lo propio en el bajo; y el tema de la popular serie “Addam’s Family”, en el que los bajos de Luques Curtis y González “conversan” sobre una rica base percusiva. Este último tema recuerda otro gran disco de un bajista, “Tumbao para los congueros de mi vida”, del desaparecido Al McKibbon.
Producido por los hermanos Curtis –quienes nacieron en Hartford, Connecticut, de madre puertorriqueña- y publicado por el sello discográfico de estos, Truth Revolution Records, “Entre colegas” es además un trabajo cuidadosamente elaborado. Contiene fotografías y extensos apuntes -entre ellos un comentario de René López, autoridad en la música latina-, así como un agradable empaque estilo “digipak”. Pero su atributo más importante es que representa un legado de Andy González a toda la afición salsera y jazzística, el destilado de toda una vida haciendo música con sentimiento, sabiduría y raíz.
Fundación Nacional para la Cultura Popular