Salsa a fuego lento

Como en un buen guiso, en las páginas de “Cocinando Suave: ensayos de salsa en Puerto Rico”, hay una  fusión de  sabores. Dulzura en el recuerdo de una época dorada para el género. Amargo en la alusión a las tragedias personales de algunos músicos. Leer es meter la cuchara en la olla para probar a sorbos el manjar de la música.

El libro, editado por César Colón Montijo, se acaba de lanzar en su segunda edición, muy similar a la primera, gracias a  una colaboración entre Ediciones Callejón y El Perro  y La Rana.

“Cocinando Suave” reúne 18 textos escritos por académicos, investigadores y periodistas conocedores del género,  que lo abordan  desde diferentes esquinas para dejar al lector satisfecho o, quizás, con ganas de un segundo plato, porque de la salsa y de los salseros siempre habrá más que contar.

Por lo pronto, las temáticas tocadas en el libro son una oportunidad para destapar otros asuntos más allá de la música, tales como la migración, la guerra contra las drogas, la “ruina” del país y muchas otras, tal como como cuenta Colón.

¿A quién va dirigido este libro?

-Quiero acercarme a distintos públicos. No quiero negarle la posibilidad a quien lea el libro de relacionarse con textos académicos densos que quizás para algunas personas son más difíciles de digerir. No creo que me toque a mí negarle la oportunidad a quien lee de acercarse a esos textos, al contrario, me gusta la posibilidad de compartir el trabajo de colegas que producen diversos tipos de escritura en el ambiente académico. Me gusta la oportunidad de combinar sus trabajos con otras formas de escritura salsera. Para mí es sumamente importante que el libro refleje distintas formas de pensar y de escribir sobre la salsa.

¿Cuándo decides empezar  a investigar formalmente la salsa?

– Me crié con mis tíos escuchando esta música y desde chamaquito me gustaba aprenderme las canciones de  El Gran Combo, La Selecta. En un momento mientras hacía mi maestría en  antropología visual en la Universidad de Barcelona decidí hacer un documental sobre Maelo, pero no sabía exactamente qué hacer. Luego trabajé en Radio Universidad y en 2006, fui al Foro Social Mundial en Caracas a  trabajar. Allí conocí al grupo de amigos Los Macropanas y tripié con esa gente. Ellos escuchan la música de Maelo en el contexto del proceso bolivariano. Incorporan fragmentos  de su música en su modo de hablar. Por ejemplo, ellos tienen el concepto de “la presohumildad”, que lo trabajan a partir de la frase que Maelo dice en la canción Las Tumbas, “Dale pa’ alante preso humilde”. Entonces ellos conceptualizan la presohumildad como un concepto político, de vida, hasta filosófico. Cuando conocí a este grupo decidí que ese sería mi proyecto de Maelo, que primero fue pensado como un documental y luego se convirtió en mi proyecto de doctorado, de la tesis doctoral que ahora mismo trabajo en Columbia University.                                                                                                                                                                                                                                

Paralelo a esto trabajé produciendo el  programa  Salsoteca en Radio Universidad  con Josian Emanuel Bruno, de  2007-2011. En ese proceso de producción de un espacio radial semanal, empecé a estructurar todo lo que había escuchado como chamaquito, porque yo, nerd al fin, me la  pasaba también leyendo sobre el tema. Mi tío Quique me regaló temprano El  Libro de la Salsa, del venezolano César Miguel Rondón. Y en Salsoteca yo empecé a darle orden a todo ese conocimiento acumulado. Además, de que con Josian hicimos entrevistas a Roberto Roena, Cheo Feliciano, Junior González, Ismael Rivera, Jr., y Raphy Leavitt  con Sammy Marrero, por mencionar algunas leyendas salseras.

¿Por dónde se empieza a investigar sobre salsa? ¿Cuán difícil es conseguir información?

– Es súper difícil, especialmente conseguir  fuentes fiables. Una fuente importante son las notas en los discos, ahí hay mucha información  fundamental, como descripciones de los músicos sobre los proyectos, descripciones del productor que te permiten saber cómo pensaba. Nombres de los músicos que participaban, eso cuando se les daba el crédito porque a veces no se le daba. El diseño de las carátulas también es una referencia de la estética y el estilo del momento.

Otra fuente  importante es el  coleccionista, esa gente son un archivo de lo más valioso para mí. Con ellos es delicado trabajar también. A veces la  gente no quiere compartir la información. A veces  quieren tanto a estos músicos, el afecto es tan profundo, que hay una idealización, son puestos en un altar, y en eso, me incluyo. Cuando uno se pone a indagar un poco más, muchas veces encuentra versiones exageradas o mitificadas. Es algo que pasa mucho con Maelo. La gente lo adora en Venezuela, en Panamá. Yo juego con ese mito. Yo no sé cuánto de lo que me han contado es cierto o no.

¿Cómo que juegas?

-Los cuentos de Maelo con relación al Nazareno en Panamá son intensos. Uno va a Portobello y su cara se ve muchas veces al lado del Cristo en imágenes populares durante las fiestas en octubre. Es impresionante porque cómo uno  cuenta eso, cómo uno se relaciona con esa devoción, cómo uno respeta la representación que la gente tiene de él y su música, o cómo uno  la pone en perspectiva. No me interesa romper el mito, me interesa saber por qué hay un mito y contarlo.

Hay otro tema que se me ocurre al hablar de esa cuestión del mito y de lo delicado que es manejar muchas de estas historias que uno escucha. Es el caso del  tema de las drogas con los músicos. Y también el tema de la cárcel. A  mucha gente no le gusta hablar de estos temas porque hay dolor, se perdieron amigos, músicos, familiares, pero me parece importante abordar estas bregas para pensar la salsa, para ponerla en perspectiva. En el libro incluyo unos textos que bregan con estos temas. El ensayo de Chris Washburne estudia la relación de la industria de la cocaína con la industria salsera en Nueva York. El texto de Juan Carlos Quintero-Herencia habla sobre las marcas del sistema penitenciario en la voz y en la escucha salsera. Están también los poemas de Gallego. Son temas que a mí me parecen urgentes para pensar al país, para pensar la salsa. Y que se relacionan con eso que hablamos sobre el mito, sobre las historias que uno escucha investigando, estas bregas salseras.                                                             

¿Hay mucha nostalgia con la época dorada de la salsa ¿qué opinas de la música que se está creando actualmente?

– Yo pienso que hay salsa de calidad, de sobra. Pienso que no es igual a la de la llamada época dorada pero no tiene porque serlo. Esa salsa  surgió con esa fuerza y esa energía por las condiciones en las que se produjo. Ahora las condiciones son diferentes. La música que expresa un contexto similar ahora es el reggaetón y el hip hop, nos guste o no. En términos de  calidad, pienso que hay buena música producida recientemente, no es que  toda me encante, pero no quiere decir que no está bien hecha. Juan Pablo Díaz, Macabeo y Pirulo son los que más me gustan. En Colombia también hay muchas orquestas excelentes, haciendo un buen trabajo con distintos acercamientos.

Camile Roldán Soto

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