Timbalaye: bandera latina en Nueva York

En 1996, durante tres meses y sin dinero, el timbalero Ralph Irizarry asumió el reto de organizar su primera banda y, con material inédito, ensayó a Timbalaye.

Entonces, su mensaje a los músicos fue: ‘Señores, no tengo guisos ni tengo dinero, lo que tengo son ensayos’.
Algunos se quitaron, porque necesitaban generar ingresos, pero otros, como Luis Perdomo y Bobby Franceschini, se unieron a la aventura de Ralph que produjo tres discos, como “It’s Time”, y en semanas recientes, “20th Anniversary”.
20 años después de su incursión en el Puerto Rico Heineken Jazzfest, con su peculiar sentido del humor Ralph bromea al decir que debutó a los 40 años y regresa a los 60.

“Es así, ahora estoy en los 60, pero lo bueno es que Luis Álvarez (productor del PRHJF) entendió que la primera vez que fui no pude ofrecer el repertorio que había ensayado porque pasó una tormenta. Al otro día me dejaron tocar tres o cuatro temas, pero me fui de la Isla queriendo tocar un show completo para el público puertorriqueño. Y ahora que salió el disco del ‘20 aniversario’, Luis lo escuchó, le gustó el material y entendió que tenemos un compromiso hace tiempo”, dijo Ralph poco antes de viajar de Nueva York a Puerto Rico.

Esta noche, a segunda hora, le acompañarán los músicos Roberto Quintero, Alex Ayala, Ommy Ramos, Aníbal Rojas, Dennis Hernández y Adam Pérez.

“Lo único que voy a tocar es música de Timbalaye. Material de todos mis discos. Yo rompí el grupo por 12 ó 13 años y hay una generación que nunca ha escuchado a Timbalaye y el repertorio le resultará fresco y nuevo. Por mi trabajo con Rubén Blades tuve que desarmar el grupo, pero gracias a estos músicos jóvenes, que deseaban ver a Timbalaye en vivo, estamos aquí porque los invité a aprenderse el repertorio y a tocar”.

La contribución de Timbalaye al jazz latino es muy importante porque después de la salida del Fort Apache Band ha venido a enarbolar la insignia del jazz latino en la Ciudad de los Rascacielos.

De algún modo, Ralph es receptivo al legado de Tito Puente y al aporte de los virtuosos Willie Bobo y Mongo Santamaría cuando grabaron con Cal Tjader el clásico “Latino”.

“El Fort Apache era el sonido de Nueva York. Jerry se fue para España y este grupo no está aquí. Pienso que Timbalaye es el sonido de Nueva York en latin jazz y un verdadero latin jazz porque nosotros usamos los formatos de hacer un verdadero tema de jazz con la improvisación, los acordes y la estructura que se usa, pero con instrumentos de percusión. Como Tito Puente me dijo, en el mundo entero a la gente le gusta la percusión latina. Digo esto porque Timbalaye no es un grupo de salsa instrumental, que con mucho respeto es lo que tocan algunos que dicen que tocan jazz. Timbalaye es una buena representación del jazz latino en Nueva York”.

Lo que Ralph Irizarry es como músico y director es el resultado de muchas influencias. Chago Martínez, en Ponce, lo enseñó a leer música para percusión. Eso le acondicionó el camino para ser reclutado en Nueva York por Ray Barretto, su padre musical.

“En 1977, Barretto me descubrió tocando con la Charanga Novedades. Tres semanas después empezamos a ensayar la música de “Rican Struction” y fue el primero de cinco discos con él. Una de las sillas más famosas era a la derecha de Ray como timbalero. Los timbaleros de Ray siempre fueron muy importantes. Orestes Vilató, Little Ray Romero y Jimmy Delgado. Para mí ha sido una de las cosas más importantes”.

De Rubén Blades, con quien trabajó alrededor de 15 años, aprendió a conocer el negocio de la música y a desarrollar carácter como director. “Con Barretto y Rubén recibí la preparación para ser director de mi grupo. Ellos no le ataban las manos a nadie. Pensaban en la creatividad y te dejaban crear. Aprendí mucho del negocio y de la ética. El dinero no era todo. Tenían unos principios que preferían no aceptar un guiso por su integridad. Eso lo adapto en lo que hago”.

Otro capítulo trascendental en la trayectoria de Ralph Irizarry es el concepto bailable de Son Café, en particular su segundo disco “Tributo”.

“Cuando decidí hacer música bailable, pensé en seis músicos y en una pareja de cantantes. Ray Barretto siempre hacía una investigación de música vieja para escoger material para sus discos. Eso hice, con temas de los años 20 y 30 del siglo pasado. En el segundo disco ‘Tributo’ le dedico popurrís a Pete Conde, La Lupe, Tommy Olivencia, Charlie Palmieri y la Sonora Matancera. Eso no lo había hecho nadie en la música”.

Otra de sus aportaciones es el concepto Los Viejos de la Salsa, cuyo cedé “Viejos pero sabrosos” envió un mensaje contundente: los músicos veteranos pueden aportar calidad irrespectivamente de sus edades.

“Llegó un momento en que dije: ‘Ay, Dios mío, tanta música de la nueva generación’. Pensé: ‘¿esta gente se habrá olvidado de que músicos como yo, Reinaldo Jorge, Eddie Montalvo y José Mangual todavía estamos vigentes y podemos tocar? Nosotros, que estamos haciendo esto desde los años 60, todavía podemos y queremos tocar un baile. Y decidí hacer un disco con puros viejos de la salsa, que llevamos 40 y 50 años en esto”.

Si alguien aún lo duda, Ralph Irizarry toca de todo.

Fundación Nacional para la Cultura Popular

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