Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Es un incansable guerrero espiritual cuya espada es el trombón.
Su misión es la defensa de la música puertorriqueña y su diversidad de expresiones que, experimentalmente en una fusión con la improvisación del jazz, cultiva contra viento y marea con su banda Mighty Pirates Troubadours.
Su abuelo Adrián Vázquez y su padre Pedro Ángel, oriundos del sector Palo Incao de Barranquitas, lo expusieron temprano en su vida a las tonadas jíbaras de Ramito, Chuito, La Calandria y Germán Rosario.
Sus tíos, algunos de su edad, otros mayores, escuchaban rhythm & blues y la música de Cortijo. Ya en su juventud, el primer baile en el que se coló fue uno de Willie Colón, su primera influencia y a cuya banda, a mediados de los 70, se incorporó.
Con 13 años, ya tocaba el trombón. Y una noche su tío Dagoberto lo llamó porque uno de los trompetistas del grupo en que tocaba se ausentó. Y así se le presentó la oportunidad con Joe Barretto y La Cubaney, agrupación en la que Ángel “Papo” Vázquez conoció al trompetista Jimmy Purvis, un afroamericano que era muy amigo de los sobrinos de John Coltrane.
“Un hombre de confianza que tuvo que ver con mi desarrollo en la música porque iba a su casa y nos sentábamos a escuchar música mientras me explicaba el concepto de la improvisación en el jazz”.
En la obra de Papo, boricua nacido en Filadelfia, -que en estos días lo honra junto a otros jazzistas de allí, como
McCoy Tyner, Dizzy Gillespie, John Coltrane y otros, cuyos afiches circulan alrededor de la ciudad- el antecedente de la incorporación de nuestros ritmos autóctonos en un apasionante maridaje con la libertad del jazz es resultado de la audición de un disco que Jimmy Purvis le regaló: el clásico “Blue Trombone” que J.J. Johnson grabó en 1957 con Tommy Flanagan (piano), Paul Chambers (contrabajo) y Max Roach (batería).
“Tenía una radiola en mi cuartito. Cuando lo puse, lo comprendí. Me pude relacionar con J.J. Johnson y el trombón. Y me dije: ‘ahora sí que me tengo que sentar a estudiar porque esto es otra cosa”.
Jimmy, que era como un hermano mayor, le obsequió otro disco que lo marcó: el del saxofonista John Coltrane en vivo desde el Village Vanguard. La experiencia fue diferente. Al no comprenderlo, lo escuchó más de 50 veces, hasta el día en que lo asimiló.
“Eso y los recuerdos de la tarde en que regresaba a almorzar a la casa de mi bisabuela, en la Calle Las Flores de Vega Baja, en que siempre en la televisión estaba tocando El Gran Combo, son parte de lo que soy como músico y como persona”, narró Papo Vázquez en entrevista exclusiva para la Fundación Nacional para la Cultura Popular.
“Un acto bueno que tú le hagas a un niño lo recordará por el resto de su vida. Igualmente, cuando le haces daño a un niño, algún día crecerá y recordará lo que le hiciste”.
Así, tras una trayectoria como trombonista de Mon Rivera, Manny Oquendo & Libre, Batacumbele, Willie Colón, Rubén Blades & Son del Solar, Papo Vázquez fundó su propia banda, la que originalmente se conoció como Bomba Jazz, evolucionando luego al concepto experimental y ecléctico Mighty Pirates Troubadours.
Cada paso ha sido una reafirmación de la identidad de la música puertorriqueña en el jazz. En su nuevo disco “Spirit Warrior” (“Guerrero Espiritual”), Papo Vázquez, quien estudió, tocó y grabó con el maestro Slide Hampton en el cd “Word Of Trombones”, invita a reflexionar sobre las luchas espirituales de la cotidianidad.
Una de sus batallas es la difusión de la música puertorriqueña. “Al tocar y grabar con gente como Mon Rivera, una experiencia positiva en mi vida, un día comprendí que no le prestábamos la atención debida a nuestra cultura”.
Su primera lucha se remonta a 1984 en The Place.
Al margen y en absoluto desconocimiento del disco “Time Machine” de Cortijo y su Combo, Papo se embarcó en una experimentación sin precedentes con el jazz. Había regresado de Nueva York tras participar en los revolucionarios talleres de los hermanos Jerry y Andy González con el Conjunto Libre y su evolución en Fort Apache Band.
Otra lucha es ser comprendido como músico y ser capaz de paliar la resistencia con arte auténtico, aunque resulte del desagrado de los puristas tanto del jazz como de la música puertorriqueña.
“Al final del día tenemos el deber de difundir y echar pa’lante nuestra cultura, aunque a veces nuestra gente no nos respalde o no comprenda lo que estamos haciendo”.
La retroalimentación del público en festivales de jazz, como el San José en California, es entusiasta, sobre todo cuando observan el rol protagónico de los barriles de bomba y los panderos de plena en la instrumentación jazzística.
“Roberto Cepeda tocó conmigo. A sus barriles le pone muchos pañuelos y antes de cada concierto los cubría con una toalla. El público internacional conoce la conga y los timbales, pero cuando le pones un barril, un pandero o un güícharo taíno no saben qué es eso”.
Con el respaldo de Wynton Marsalis, autor de las notas discográficas del cd “Spirit Warrior”, Papo Vázquez ha confirmado que su enfoque es correcto. Wynton resalta la espiritualidad de su música y sus evocaciones.
“Wynton no va a escribir nada que no lo convenza, además de que respeta mucho nuestra cultura. Algo muy importante es que sin el apoyo de nuestro pueblo, esto llega hasta cierto punto y luego se muere. Wynton, además de ser un músico genial, sabe escribir. En Navidad conversamos sobre el nuevo disco y escribió el significado de este disco: la lucha del ser humano en esta vida. Algunas batallas nos colocarán al borde de la destrucción, pero lo importante es no dejarse vencer. Algunos no regresamos de nuestras batallas espirituales, pero yo sí”.
Papo se refiere a que hubo un enemigo que casi lo doblega: el licor. “Una de mis más fuertes batallas. Una vez me miré en el espejo después de una noche de ronda y no me reconocí. No sabía quién estaba en el espejo. Llevo siete años sin tomar; he dado un gran cambio y las bendiciones de Dios llegaron con muchas puertas que se abrieron”, recordó Papo.
No obstante, hoy celebra la vida con el arte. Papo atraviesa por una de las etapas de mayor efervescencia creativa en su carrera. Y es evidente en su pasado cd “Oasis” y ahora con “Spirit Warrior”, cuya secuencia contiene composiciones originales como “Huracán”, “El Morro”, “Palo Incao [hincado]” y otras que, en su cuadragésimo aniversario en la música, evocan sus amores por la cultura y la música.
Particularmente, recuerda al fenecido pianista Hilton Ruiz con la composición “No Goodbyes For You”, un réquiem dedicado a su entrañable amigo.
“Hilton para mí fue una gran influencia. Cuando llegué a Nueva York, llegué a su casa, gracias a mi panita Miguelito Colón, que tocó en La Revelación de Ismael Miranda. Yo me colaba en el Village Vanguard cuando Hilton tocaba con Rahsaan Roland Kirk. La muerte de Hilton (asesinado en Nueva Orleans en 2006) es una pérdida muy grande para el pueblo de Puerto Rico. El país y su gente tienen que abrazar todo lo bueno que tienen y el gobierno tiene el deber de abrazarlos a todos”, sostuvo Papo, cuyo cd “Spirit Warrior” se consigue en su portal www.papovazquez.com y en Itunes, Amazon, y en la Fundación Nacional para la Cultura Popular.
Este exponente del arte de la improvisación en el marco de una diversidad de ritmos como los seises de bomba, la plena, el aguinaldo, la danza y el danzón, ha expuesto su trabajo en espacios como el Teatro del Lincoln Center y el Kennedy Center.
También sigue activo en festivales de jazz como el de Chicago, Connecticut, Detroit, San Francisco, Europa, Sudáfrica y en junio en un evento como preámbulo a la celebración de la Parada Puertorriqueña en Nueva York. Antes, el 24 de mayo se presentará con la Orquesta Sinfónica del Bronx.
“Y esperando para ver si alguien en Puerto Rico nos quisiera invitar a tocar”, dijo ilusionado.
Las luchas de este guerrero espiritual no terminan.
El trombón, indiscutiblemente, es su mejor aliado.