A mí me salvó la música. Yo vengo de un arrabal. Soy el único del barrio que salió sano y salvo.
Este párrafo, salido de los labios de Hermán Olivera, el Sonero del Siglo XXI, se refiere a que en el sector de Nueva Jersey donde nació y se crió, la violencia arrastró a tantos muchachos a las drogas, al crimen, que él se sorprende de estar en el importante sitial que ocupa en el panorama musical.
Cantante de la orquesta de Eddie Palmieri desde hace 20 años, Hermán es un tipo humilde: heredó el sabor de grandes soneros como Héctor Lavoe, Cheo Feliciano, Pete El Conde Rodríguez; ha integrado las agrupaciones de Manny Oquendo,Conjunto Libre, la de Johnny Pacheco, La Perfecta y Spanish Harlem; lleva más de 35 años de carrera… ¡y cree que apenas está aprendiendo a cantar!
De niño, dos meses al año iba con la familia a Maricao, Puerto Rico. Monte adentro, en la finca de sus abuelos, pasaba como jibarito, entre cafetales. Aprendió a ordeñar vacas y a dar maíz a las gallinas. Después, volvía a la gran ciudad, a vivir entre edificios. Y les contaba a los amigos esas experiencias. Esa combinación, la de una sociedad efervescente en el país del Norte, donde, por cierto, comenzaba el boom de la salsa, y la vida campesina, calle y campo, le dieron a este artista el vigor sonoro de la vieja escuela, como suele decirse.
A su madre, Emma Suárez, le debe el español. Sus impecables dicción y vocalización. No le dejó morir la lengua materna, por si algún día regresaban a la Isla del Encanto. Y a su padre, Hermenegildo, el gusto por la música: “hay música buena y mala, le decía. Tú verás cuál escuchas y cuál aprendes”.
Ahora prepara dos discos: uno con Eddie Palmieri, “Mi luz mayor”, que el Rompeteclas dedica a su esposa y en el que, además de Olivera, participan:Gilberto Santa Rosa, Rubén Blades, Diego El Cigala, y Carlos Santana. Y otro suyo, como solista, “La voz del Caribe”, del que ha grabado un tema: El heredero del sabor. El primero estará listo a fin de este año, el segundo, a principios de 2016.
“Me levanto a las nueve y media y les pido bendiciones, mucho ashé, a mis orishas. Le agradezco a papá Dios, Olofi, el más grande, por el nuevo día, y le pido perdón por mis defectos”. JOHN SALDARRIAGA