Esa es la pregunta que me hace la mayoría de las personas e inclusive, colegas, cuando les hablo de mis mayores influencias musicales.
Una vez empiezó a mencionar cantantes como Andy Montañez, Pellín Rodríguez, Chamaco Ramírez, Cheo Feliciano, Tito Rodríguez, Ismael Rivera, Machito, Justo Betancourt -la lista es larga-, pero cuando menciono a Frank Sinatra, la pregunta no se hace esperar. ¿Sinatra?
Siendo el cantante más famoso del mundo, yo me enteré de su existencia muy niño, pero fue más adelante siendo ya un cantante de orquesta cuando en realidad conocí su música y me hice su seguidor.
Poseedor de una voz inconfundible, con una larga y muy productiva carrera discográfica, Francis Albert Sinatra logró colocarse en la cima de los cantantes de su época por la calidad de sus interpretaciones.
Lo primero que me llamó la atención fue su dicción. Escuchándolo, empecé a darme cuenta de lo importante que es tener buena dicción (en su caso perfecta) para poder transmitir lo que se canta.
Lo segundo y vital en la música popular en cualquier género, es el fraseo. Y en eso, el señor era un general. Sin duda, esta cualidad va de la mano con la primera porque a mi entender, un cantante sin buena dicción, ni buen fraseo, está perdido.
Tercero, la calidad indudable de sus grabaciones, canciones y arreglistas es tangente al escuchar sus discos. Sus producciones son una cátedra de cómo armonizar todos los sectores para que una producción discográfica tenga sentido y pueda llenar su cometido de emocionar al público y hacerlo sentir.
Cuarto, sabía interpretar magistralmente la intención de cada una de las palabras de una canción. Los compositores a quienes interpretó lo elogiaban por ser el cantante que mejor expresaba los sentimientos del autor.
Quinto y no menos importante, su voz. Inconfundible con un sonido único que lo hizo destacarse entre sus iguales.
En lo personal prefiero escucharlo desde sus inicios hasta principios de los años setenta. Después de los setenta, su voz empezó a desmerecer, pero eso sí, nunca perdió su dicción ni conciencia interpretativa.
Cuentan los que saben que, se tomaba muy en serio el trabajo de grabar y era muy famoso en la industria por hacer una sola toma de sus grabaciones, y que solo si él decidía se podía hacer una segunda.
Una vida intensa, rumores de vínculos con la mafia, su participación en la política activa y en la defensa de los derechos humanos, filántropo y poseedor de un carácter muy difícil que podía sembrar tensión con su mera presencia, fueron los factores que crearon la leyenda que hasta hoy persiste y de alguna manera, opacaron al gran cantante y su legado.
En el año ‘92, pude verlo personalmente en Atlantic City, en su ambiente natural en un night club. Vocalmente no era ni la sombra de lo que fue, pero su carisma y proyección en el escenario acompañado por una orquesta espectacular en el formato de “Big Band” y una sesión de cuerdas exquisita, me hicieron disfrutar de un concierto mágico.
Ahí estaba “La Voz”, el cantante que tantos admiraban, “La Leyenda” y el “Old Blue Eyes” ante la mirada de este salsero que no se perdía ni un detalle de la presentación y en gran medida la realización de un sueño.
¡Camínalo! Gilberto Santa Rosa