“Yo soy una persona como cualquier otra, compositor porque la vida me trajo a ese punto. Aún así me gustan más el periodismo, la poesía y la crónica…”
– Tite Curet –
“No hay Tite que pueda cansar, ni oído que se resista”
– Félix Jiménez –
A don Catalino Curet Alonso, más conocido como Tite Curet, no le molestaba para nada hacer canciones por encargo. Al contrario, él mismo se definía como “el sastre de la composición”, diciendo que hacía canciones a la medida del intérprete. Y lo cierto es que esas canciones por encargo resultaron todas grandes éxitos que interpretaron personajes como Ismael Rivera, Celia Cruz, Rubén Blades, Héctor Lavoe, Ismael Miranda, Tito Rodríguez, Cheo Feliciano, Pete El Conde Rodríguez, La Lupe y otros tantos.
Sus canciones están preñadas de homenajes a su raza, a su gente, a su Puerto Rico del alma, a Latinoamérica. Tienen un toque social donde también es posible el latido del corazón enamorado. Temas hilvanados con palabras sencillas, sí, con palabras sencillas, para que lleguen a todo el mundo.
Sus estudios de periodismo y sociología fueron fundamentales a la hora de componer. Su musa siempre llegaba y se convertía en una extraordinaria crónica que no era publicada en los diarios, sino que era pregonada por grandes voces. “Yo no tengo mucha inspiración para escribir. Mis canciones son como noticias. Hablan de los sentimientos humanos, que son los mismos desde el tiempo de las pirámides de Egipto hasta el día de hoy. El sentimiento humano es el mismo. El hombre de hoy ama como amaba Napoleón o como amaba cualquier persona de la antigüedad. Amor, odio, egoísmo, todo eso es lo mismo siempre”, decía Tite con mucha humildad.
Era hijo de una costurera, Juana Alonso García, y de un músico y profesor de inglés, Catalino Curet Vásquez. Nació en el caserío de cañaverales Hoyo Inglés, pueblo de Guayama, Puerto Rico, el 12 de febrero de 1926, mismo año en que nacieron su amigo y paisano Rafael Ithier y el conocido productor británico George Martin.
Cuando contaba con apenas dos años sus padres se separaron y fue entonces cuando su madre decidió viajar a Santurce y radicarse en el barrio Obrero. Este pintoresco barrio le permitió a Tite almacenar recuerdos y experiencias que más tarde se convertirían en la materia prima de muchas de sus composiciones. Sus amigos de niñez fueron Ismael Rivera, Rafael Cortijo y Daniel Santos, quienes también jugaron un papel fundamental en su vida musical.
Sentía un profundo aprecio y gran admiración por Don Pedro Flores, Rafael Hernández y Tití Amadeo, a quienes constantemente elogiaba y llamaba “mis maestros”. Cuando se le preguntaba por sus influencias musicales no vacilaba en señalar a la música brasilera, a los viejos trovadores cubanos y a los jíbaros de su tierra.
Después de terminar sus estudios en la Universidad de Puerto Rico, Tite decide buscar nuevos rumbos, quería liberar todo ese cargamento de canciones que guardaba en el corazón. Se traslada entonces a Nueva York. Allí, en la capital del mundo, se vincula al periódico La Prensa, donde cubre deportes.
En 1965 se produce un encuentro casual con Joe Quijano y, por decirlo de alguna manera, es el inicio de la vida musical de Curet. Efectivamente es el título del tema que Joe Quijano le graba al compositor boricua. A partir de ese momento las canciones de Tite son reclamadas a gritos por los mejores intérpretes de salsa y boleros.
Trabajó por muchos años en el Servicio Postal de los Estados Unidos. Esto le permitió vivir bien, ya que, como él decía, “la música daba para comer pero no para repetir”.
Padre de dos hijos. Amó a muchas mujeres. Él, en tono jocoso, contaba que su estado civil era “enamorado”.
Tite admiraba mucho al bolerista Roberto Ledesma y compuso el tema El gran tirano para que el cubano lo interpretara. Sin embargo, Ledesma no incluyó este tema en sus grabaciones. Entonces decidió adaptarlo para la interpretación de una voz femenina. Aparece en escena Guadalupe Victoria Yoli Raymond, La Lupe, quien convierte en todo un éxito La tirana. Y Tite sigue subiendo la escalera del éxito.
La canción social o ‘salsa con una conciencia’ comienza a despuntar de la pluma de Curet Alonso y tiene una gran acogida entre los miembros de ese fenómeno musical conocido como ‘salsa’. Pero, como decíamos al principio, ese contenido social también llevaba un ingrediente de amor. “Canción social es también un tema amoroso que descubre el conflicto de los sentimientos en una sociedad que nos castra para amar o, por lo menos, lo intenta”, afirmaba el compositor guayamés.
El Cartero de la Música no solo recorrió el pentagrama con temas de salsa y boleros. También se destacó como compositor de baladas, merengues, neofolclore, plenas, bombas y hasta vallenatos. Sus temas dedicados a la Navidad son apetecidos por intérpretes y escuchas de toda Latinoamérica. “La Navidad es la época que más me gusta, quisiera que todos los días fueran de Navidad para ver reír a mi gente”.
Dominaba a la perfección el portugués y eso le permitió adaptar al español el Candilejas, de Charles Chaplin, y otros temas para Nelson Ned, Chucho Avellanet y Bobby Valentín, entre otros.
Alguien, alguna vez en Puerto Rico, decidió indagar entre cantantes, compositores, periodistas, investigadores musicales y personas del común cuáles eran los diez temas más importantes y más conocidos de Tite. La lista superó los trescientos.
Sus canciones también se han paseado por el celuloide. Pedro Almodóvar las incluyó en su film Mujeres al borde de un ataque de nervios, y Francis Ford Coppola, en su Godfather II, aparte que su música se oye también en la película Bad Habits.
De su extensa lista de canciones podemos mencionar algunas. Ana Caona, Salomé, Plantación adentro, De todas maneras rosas, Vengo virao, La perla, Juan albañil, Pueblo latino, Tristeza encantada, Las caras lindas, El hijo de Obatalá, El reloj de Pastora, Galera tres, Usted abusó, Guaguancó del adiós, Isadora, Juanito Alimaña, La cura, La esencia del guaguancó, Lamento de concepción, Los entierros, Mi crucigrama, Pa’ la gente panameña, Periódico de ayer, Piraña, Plante bandera, Recordando a Carmelina, Sobre una tumba humilde, Tiemblas.
Tite en Barranquilla. El 24 de marzo de 1996, Tite visitó a Barranquilla, y el 26 se trasladó a Cartagena, donde tuvo la oportunidad de entrevistarse con nuestro premio Nobel Gabriel García Márquez, quien, conociendo la admiración del puertorriqueño por el vallenato clásico, lo invitó al festival que por esa época se iba a realizar en Valledupar. Tito lamentó no poder asistir, por cuestiones de trabajo, a tan importante evento.
Fueron muchos los premios y homenajes que recibió en vida. Y aún después de muerto. Un doctorado honoris causa en música y artes de las universidades del Turabo y de Puerto Rico, así como los premios Ascap y ACE, de Nueva York. El diario español ABC lo incluyó entre ‘Las 1000 caras del milenio’.
El Sexto Congreso Mundial de la Salsa del 2002 le otorga el ‘Andy Vásquez Award’ por su obra como compositor. En el video de La perla, que interpretan Calle 13 con Rubén Blades, se ve al panameño en la tumba de Tite dejando un cd.
El Banco Popular de Puerto Rico le ha dedicado su homenaje anual, versión 2011, con el trabajo titulado Sonó, sonó… Tite Curet, donde se dan cita los salseros Cheo Feliciano, Rubén Blades, Andy Montañez, Lalo Rodríguez, Roberto Roena, la agrupación urbana Calle 13 y el rapero Tego Calderón.
El disco incluye también interpretaciones de la venezolana Trina Medina, el grupo colombiano La 33, la banda puertorriqueña de reggae Cultura Profética, la orquesta de salsa La PVC, Viento de Agua, Yuba Iré, Yerbabuena, Danny Rivera y Michael Stuart.
La producción se desarrolló en los escenarios de La Perla, Trastalleres, el residencial Luis Llorens Torres, Loíza, Cantera, Barrio Marín, Piñones, el Viejo San Juan, Guayama y Barceloneta, entre otros.
Escribió el libro De la vida misma, donde narra anécdotas con el sabor y estilo que lo caracterizaban.
Presentó por muchos años el programa radial ‘Tropicalísimo’, que se emitía semanalmente por Radio Universidad de Puerto Rico y contaba con una gran sintonía.
Aunque compuso más de dos mil canciones, muchas de ellas no se pueden escuchar en las emisoras de su país por un litigio por derechos de autor en el Tribunal de Distrito de EU en Puerto Rico. Sin embargo, últimamente, se ha logrado liberar 695.
Muchos autores han derramado tinta sobre hojas para escribir sobre Tite. Pero hay dos libros que quiero destacar: Tite Curet Alonso: Lírica y canción, de Norma Salazar, y Tite Curet, en carne viva, del periodista Erasmo Padilla Ramírez. Dos obras que nos adentran en el legado poético que el inolvidable compositor aportó al pentagrama popular del mundo.
En una de sus últimas entrevistas mostró su admiración por la cantante peruana Susana Baca, quien hizo una excelente versión de Las caras lindas. Tite la llegó a comparar con La Lupe, y se mostró interesado en darle varias de sus canciones inéditas para que la cantadora grabara.
El 5 de agosto de 2003, cuando el reloj marcaba la 1:53 p.m., el Creador decidió llevarse a su hijo Tite para el cielo, quedando sin sonar ‘La campana en el fondo del mar’, un proyecto de canciones para niños que trabajaba con su amigo Rubén Blades.
Murió en un hospital de Saint Joseph, en Baltimore, ciudad donde vivía hacía ya algún tiempo con su hija.
Su cuerpo fue trasladado a Puerto Rico, donde recibió toda clase de homenajes. Su entierro se convirtió en una gran fiesta a la que asistieron autoridades gubernamentales, cantantes, compositores, periodistas de todo el mundo y un pueblo que siempre lo amó y lo sigue amando.
Fue un hombre alegre, que se disfrutó la vida, a la que le regaló un sinnúmero de canciones que quedaron con el rótulo de clásicas en el gran cancionero latinoamericano. Solidario a lo más, amigo de sus amigos, querido por todos, en especial por sus compatriotas; boricua hasta los tuétanos, Tite Curet Alonso, una leyenda que vive en el corazón del Caribe.
Víctor González Solano