La segunda edición de Havana Jam podría realizarse en La Habana luego de más de 30 años de aquel histórico festival tomara en marzo de 1979 los escenarios del teatro Karl Marx, donde se juntaron leyendas de la escena estadounidense y latina con grandes figuras de la música cubana.

En aquellas tres noches se reunieron figuras como Billy Joel, Weather Report, Rita Coolidge, Kris Kristofferson, Stephen Stills, La Fania All Stars, John McLaughlin, The Trio of Doom y los cubanos Irakere, Pablo Milanés, Frank Emilio, Elena Burke, La orquesta Aragón, Tata Güines, Sara González, entre otros. Los conciertos fueron grabados en dos discos y se convirtieron en uno de los puentes musicales más importantes establecidos entre Cuba y Estados Unidos a lo largo de cinco décadas.

“Estamos tratando de reeditar el Havana Jam aunque todavía no hemos podido concretarlo porque su realización pasa por aseguramientos muy diversos.

Hemos entablado conversaciones con dos o tres figuras internacionales relacionadas con lo que fue ese festival, pero aún no tenemos confirmada ninguna aunque hemos ma­nejado nombres importantes. No existe fecha aún pero se volverá a realizar en el Karl Marx porque es el único que soporta desde el punto de vista técnico una presentación de este tipo. Siempre lo haríamos con derechos de transmisión de la televisión cubana para que lo vean en todo el país” revela Orlando Vistel, presidente del Instituto Cubano de la Música (ICM), quien conversó con Granma acerca de varios temas relacionados con la influencia del acercamiento entre Cuba y Estados Unidos en el ámbito de la música, las declaraciones de varios artistas de renombre internacional que han hecho público su interés en actuar en la Isla y la inserción de músicos cubanos en los escenarios estadounidenses.

—¿Cómo percibe la influencia en el ámbito de la música los pasos dados por los gobiernos de Cuba y Estados Unidos para el restablecimiento de las relaciones?

—A partir de que se hizo pública la postura de ambos gobiernos, hemos visto un incremento del interés de venir a Cuba en todo sentido no solo en la cultura. Nosotros debemos desarrollar ahora el mecanismo para canalizar esos intereses. Este es un país que posee una infraestructura y un sistema de instituciones y no podemos diseñar planes que rebasen ese sistema. Además contamos con 17 000 músicos y nuestros escenarios son principalmente para sus actuaciones, pero nos gustaría que alternaran también con otros músicos del mundo. Al darse a conocer la noticia de los diálogos entre los gobiernos de Cuba y EE.UU. muchos artistas internacionales han hecho pública su inquietud por venir a Cuba, aunque esa intención siempre ha estado, porque nuestro país nunca ha dejado de ser un foco de interés cultural. Pero tenemos que preparar mecanismos para lograrlo poco a poco, con plena capacidad organizativa. Sin dudas un gran artista necesita una gran respuesta organizativa para que sus conciertos se conviertan en un acontecimiento cultural.

—¿Cómo reacciona el ICM ante el interés de importantes músicos por venir a Cuba?

—Al Instituto le interesa que todos los artistas de alto nivel vengan a Cuba. Antes de la imposición del bloqueo estadounidense, desfiló lo mejor del arte y la música a escala mundial por los escenarios cubanos. Por tanto nuestra vocación de recibir e intercambiar con grandes figuras viene desde siempre. Por otro lado, Cuba siempre ha contado con grandes músicos, lo que ha potenciado el interés de muchos artistas foráneos por visitarnos. Particularmente nos interesa más que la fama el tema de la calidad y el nivel artístico. No todo lo que tiene fama es expresión de talento y no todo lo que tiene talento tiene fama. Tomando esta premisa como punto de partida, nuestro objetivo es lograr que actúen ante nuestro público los mejores artistas de la escena internacional. En ese sentido hemos recibido varias peticiones pero la práctica nos ha enseñado a no divulgarlas hasta que las tengamos bien organizadas, de manera que nadie las pueda evitar porque en los casos que no hemos procedido así por alguna razón se han abortado.

Si bien se iniciaron conversaciones más am­plias entre Cuba y Estados Unidos, eso no quiere decir que haya cesado la política de hostilidad de los sectores reaccionarios de Miami, puesto que ellos siguen ejerciendo muchas veces fuertes y peligrosas presiones sobre algunos artistas que muestran su intención de venir a Cuba.

— ¿Puede adelantar algunos de los nombres de los artistas que vendrán a Cuba próximamente?

—Por ejemplo la Orquesta Sinfónica de Nueva York quiere venir a Cuba, pero no pudo viajar porque a última hora no le dieron el permiso a los sponsors.

La Sinfónica de Chicago está a un paso de venir. También Lang Lang, uno de los mejores pianistas de música de concierto, vendrá para realizar posiblemente una presentación en el mes de octubre en una de las plazas de La Ha­bana. Así sabemos de muchos intereses de músicos que quieren actuar en Cuba y los estamos canalizando poco a poco.

“Nosotros no disponemos de recursos para financiar los conciertos de los músicos extranjeros en nuestro país, de ahí que la mayoría viene sin cobrar un centavo. Lo hacen por expresión real de intercambio y solidaridad con el público cubano. Lo que hacemos es poner nuestras capacidades para la producción y nuestra exigua logística. Así recibimos entre otros a Wynton Mar­salis, Arturo O’Farrill, Audioslave, Michel Le­grand, Charles Aznavour, Sepultura, Rick Wa­keman, Kool and the Gang y The Dead Daisies”.

—En meses recientes Marc Anthony hizo público su deseo de venir a Cuba durante una rueda de prensa de la gira internacional que realiza junto a Carlos Vives. ¿A partir de ese momento han existido conversaciones del ICM con el popular cantante puertorriqueño?

—Entre Marc Anthony y nosotros no ha existido una conversación oficial, como sí la ha habido con otros artistas. Hemos recibido información cercana, a través de artistas nuestros que han actuado con él, de que estaría dispuesto a presentarse en Cuba, pero todo está pendiente de que tengamos una conversación de primera mano. También trascendió que quería venir Gilberto Santa Rosa, pero de su boca nunca lo hemos escuchado ni lo hemos sabido de su puño y letra. En cualquier caso, estamos abiertos a todo el que quiere venir a Cuba para encontrarse con nuestro público, siempre conociendo nuestras condiciones financieras y que sean expresión de la calidad. Por otro lado también hemos recibido peticiones de artistas que nada tienen que ver con los intereses de la política cultural cubana y hemos dicho que no.

—¿Qué le parece la inserción de artistas cubanos en los escenarios estadounidenses?

—El intercambio de artistas cubanos con el público estadounidense es histórico. Las músicas norteamericanas y cubanas tienen muchos puntos de encuentro. Nada fue más natural que ese intercambio, que se cortó a partir de la euforia anticubana nacida tras el triunfo de la Re­volución. Pero esas mismas medidas generaron un gran interés por parte del público norteamericano de escuchar nuestra música. Desde el go­bierno de Clinton, la acogida que han disfrutado nuestros artistas en EE.UU. ha sido muy positiva. El ejemplo más significativo es la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, que ha girado con tremendo éxito por 23 estados de EE.UU. En ese país ha existido mucho respeto hacia los músicos cubanos y en el terreno de los coros el intercambio logrado ha sido magnífico.

—¿Este nuevo contexto puede verse como un desafío para el ICM teniendo en cuenta la infraestructura de varias de sus instalaciones?

—No solo es tener el teatro sino que estos llevan requerimientos técnicos que no son los de hace 40 años. Los teatros y las presentaciones de los artistas hoy llevan requerimientos específicos y nosotros no estamos totalmente preparados para eso. Pero poco a poco debemos garantizar que las instalaciones posean capacidad de respuesta para los conciertos de los artistas extranjeros que quieran venir, o que invitemos, y de nuestros propios artistas. Es un reto, además, porque todo esto se da pero Cuba sigue bloqueada. Si se hubiera levantado esa medida y nosotros pudiéramos comprar todos los aditamentos necesarios ya sería otra cosa.

—¿Existe algún tipo de premisa que rija este intercambio cultural de ida y vuelta entre ambos países?

—No nos interesa favorecer la zona de los géneros emergentes. Por ejemplo no hay nada más usual ahora que las invitaciones de agrupaciones cubanas de reguetón a la Florida. No estamos en contra de eso pero no es nuestra prioridad como tampoco lo es traer grupos de reguetón a Cuba. Pero Estados Unidos no es la Florida, es una unión de estados con una gran cultura y muchos públicos diferentes. Hay que hablar de todo lo que ha hecho la Revolución para promover la música y sus expresiones más valiosas, que estamos dispuestos a compartir, a mostrar. Por otro lado no nos interesa la fama porque es un trillo que puede llevar al equívoco. En Cuba hay que lograr que la fama y el talento coincidan, pero no lo hemos conseguido completamente. El reto nuestro es que lo talentoso sea famoso porque este país ostenta el privilegio de contar con grandes músicos. Hablamos de una nación que ha invertido mucho en crear un público que todo el mundo reconoce y no podemos dar señales equivocadas. Ya bastante se nos ha bombardeado con manifestaciones musicales que no se relacionan con nuestro desarrollo artístico y han creado confusión y eso se expresa en el deterioro del gusto de una parte de la población. Entonces la obra de los artistas que vengan debe estar marcada por la calidad. Ese siempre será nuestro objetivo.

GRAMMA