Familiares, amigos, músicos y fanáticos despidieron en la tarde de ayer al salsero Ismael Quintana Reyes, exponente de gran envergadura del mundo de la salsa, quien falleciera en la noche del sábado, 16 de abril, a los 78 años de edad en el estado de Colorado (EE.UU).
El cementerio La Piedad de Ponce se convirtió en un altar de la salsa que le dio a Quintana vida por casi seis décadas en las principales salas y conciertos de Nueva York y otras ciudades emblemáticas de ese género.
A la funeraria Jackie Oliver llegaron salseros y pleneros a rendir su tributo al elegante intérprete de salsa y bolero.
“Queremos agradecer a los amigos y fanáticos de tío Ismael por acompañarnos en este momento”, expresó su sobrino Juan Medina Quintana.
Luego, la comitiva salió hacia la parroquia Santa María Reyna, donde se realizó una misa en honor al cantante, que con La Perfecta, la Orquesta de Eddie Palmieri y Las Estrellas de Fania hizo gozar y llorar a los sabáticos cautivados por su voz y canciones.
De allí salieron hacia el cementerio La Piedad, donde la música también le dio el último adiós.
Ni el sol pudo alejar a sus seguidores ni las lágrimas de sus familiares impedir que su música siguiera sonando.
Quintana falleció a los 78 años en Colorado, donde fue tratado por médicos del Castlebrook Adventist Hospital, donde llegó casi sin voz ni oxígeno al tener agua en los pulmones debido a una gripe.
Al aclamado cantante le sobreviven su viuda Yolanda y sus hijos.
Su hija Jessica Quintana, agradeció el cariño que le ofrecieron a su padre y comentó que “papi, aunque vivía en Estados Unidos, mayormente en Nueva York, siempre amó a su isla, siempre quiso a su pueblo”.
En el cementerio La Piedad, el legendario Luis “Perico” Ortiz también dio su “hasta luego” a Quintana, con el instrumento preciso para ese momento: la trompeta.
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