Brindis por el legado de Daniel Santos

daniel santos tumba

Con un soplo de brisa inquieta y un sol resplandeciente decenas de personas llegaron ayer hasta el cementerio María Magdalena de Pazzis, en el Viejo San Juan, para celebrar el centenario del cantante y compositor puertorriqueño Daniel Santos.

Alrededor del panteón del llamado “Inquieto Anacobero” familiares, amigos y fanáticos de Santos brindaron a su nombre, entre música, anécdotas, poemas, canciones y risas.

El escritor y biógrafo del artista, Josean Ramos, fue el encargado de llevar a cabo este festejo que inició a las 2:00 de la tarde, en la Fundación Nacional para la Cultura Popular. Allí Ramos presentó la nueva edición de su libro “Vengo a decirle adiós a los muchachos”, biografía de Daniel Santos. Luego de la actividad, un grupo de personas partió desde la sede de la fundación, en la calle Fortaleza, hasta el cementerio, mientras el plenero Héctor “Atabal” Rodríguez, en compañía de otros colegas músicos, iban entonando canciones popularizadas por Santos.

Una vez en el camposanto,  se escuchó la voz de “El Jefe” interpretando “Virgen de media noche”, canción que salía de un sistema de sonido, y que guió a los presentes hasta la tumba del cantante, que descansa al lado de sus maestros, Pedro Flores y Pedro Albizu Campos.

La editora Lenis Oropeza, quien también fungió como organizadora del evento, dio inicio a la actividad anunciando que se servirían vasitos de whisky “etiqueta negra” -como tomaba Santos- para que todos los presentes pudieran brindar.

“Ave maría, eso está bueno”, decían algunos de los asistentes, mientras la mujer que servía pedía que por favor no se  tomaran el traguito hasta que se hiciera el brindis. Una vez la mayoría de los presentes tuvieron su vaso en mano, Josean Ramos tomó el micrófono para hacer el “El brindis de Anacobero”.

“Brindemos por el bohemio mayor, el Jefe y su valiosa aportación musical y patriótica. Por sus boleros de amor y despecho que nos hicieron delirar de felicidad y tragarnos el llanto de su tristeza, por sus sabrosas guarachas llenas de picardía y humor que recogen su acontecer cotidiano y por tantos géneros que cultivó en unas 2,500 grabaciones que nos legó”, dijo Ramos, quien agradeció a Santos por permitirle ser su amigo y por iniciarlo en la aventura musical.

“¡Salud, maestro!”, exclamó Ramos,  ante los vítores y aplausos de los presentes, que se tomaron su vasito de whisky a nombre del intérprete.

“¡Que viva el Jefe! ¡Que viva Daniel!”, gritaron.

 

        Mariela Fullana Acosta   

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