Desde Puerto Rico, el ‘Rey del Bajo

El nombre de Bobby Valentín hace parte de la ‘banda sonora personal’ de cualquier caleño salsero. Su música se sigue bailando y reclamando en esta ciudad, con el mismo ímpetu de cuando fue grabada.

Por eso la noticia del regreso de su orquesta para las festividades asociadas a la 60 Feria de Cali generó una enorme revuelo en el ambiente salsero local, que a él mismo lo tiene sorprendido. Tanto, que se ha tenido que dar a la tarea de recuperar muchos temas clásicos casi olvidados, porque sabe bien le serán pedidos en Cali.

Desde su natal Puerto Rico, el ‘Rey del Bajo’ habló así con El País.

– Maestro, hay mucha expectativa por la noticia de su regreso a Cali. ¿Cómo se siente de volver?
– Contento de que me hayan considerado para volver, porque el de Cali es un público que yo amo muchísimo. Yo te diría que la ciudad más salsera que hay es Cali, y yo estoy de verdad bien agradecido con Cali, porque las veces que he ido el apoyo ha sido inmenso. Y me piden canciones de muchos años atrás, que les traen muchos recuerdos a todos ustedes y a mí. Y eso es lo que voy a tocar.

-¿Qué puede esperar el público caleño, qué incluirá en su repertorio del 28 en el Jorge Isaacs y en los otros espectáculos de Feria?
– Voy a llevar exclusivamente el repertorio que ha gustado allá en Cali. Y te cuento que por esa razón me han hecho trabajar mucho. Me ha tocado buscar las cajas esas en las que yo tengo todo archivado, para sacar música que hace años no toco. Incluso hay un tema que desde 1973 no lo interpreto.

-¿Cuál es ese, maestro?
– ‘La realidad’. Un tema que me han dicho que gusta mucho por allá, que ustedes lo han vuelto a rejuvenecer. En esas cajas de los archivos encontré el arreglo y eso es parte de lo que vamos a interpretar. Así como ‘La boda de ella’, ‘Doña Bella’, y muchos más.

– Los caleños vamos a tener la oportunidad de celebrar por adelantando sus 60 años de vida artística, que se cumplen en 2018. Fue en 1958 cuando usted comenzó con el maestro Joe Quijano…
– Claro, yo cumplo 52 con la orquesta fundada, y ya cerca de los 60 como músico profesional, desde 1958 en la ciudad de New York con el maestro Joe Quijano. Ahí fueron mis comienzos, donde trabajé con varias orquestas, hasta que a finales del 65 formé la orquesta y ha sido una bendición porque tenemos altas y bajas como lo tiene cualquier otro, pero ha sido una trayectoria bien bonita. El  público me ha mantenido todos estos años.

– En ese 1958 el maestro Joe Quijano graba un disco icónico de la historia de la Salsa, que es ‘La pachanga se baila así’. ¿Usted estuvo vinculado a esa producción?
– Sí, sí, yo estuve vinculado. Yo estaba en la trompeta para esa época, hice ‘La Pachanga se baila así’. Y también ese otro tema, ‘Yo soy el son cubano’, que fue un éxito de entonces y todavía yo sé que todos los melómanos lo siguen buscando. Yo no me acuerdo mucho, porque estamos hablando de 60 años, la ‘computadora’ ya no está funcionando, pero sí hice varios arreglos en esa producción.

– Usted tuvo la bendición de acompañar a grandes leyendas de la música latina. ¿Cómo logró pasar de Quijano a Tito Rodríguez o Charlie Palmieri?
– Bueno, yo me topé primero con Joe Quijano, como te decía, luego de eso con Willie Rosario, con Charlie Palmieri y con Tito Rodríguez. Luego estuve un tiempo con Ray Barreto, hasta que formé el grupo. Pero todos estábamos ahí en la ciudad de New York.
Y se me hizo fácil conectarme con ellos, eso fue como una secuencia: salí de aquí me iba al otro lado y así sucesivamente, pero siempre dejé las puertas abiertas en todas partes. Siempre mantuve con todos una buena relación, y aunque estaba en el otro lado iba con mucho gusto y con un deseo enorme, porque eran además de grandes músicos, parte de mi familia.

– De todo ese grupo hay una persona con la que usted tiene una relación especial, y es el maestro Willie Rosario, ¿cómo marcó él su carrera artística y su obra?
-Mira, Willie Rosario antes que nada es natural del pueblo donde yo me crié. Yo nací en Orocovis y me crié en Coamo. A la edad de seis años me quedé huérfano y pasé a vivir a San Juan con mi hermana mayor, que fue la que me crió. Entonces cuando fui a la ciudad de New York tuve la oportunidad de conocerlo, formé parte de su orquesta y empezamos a trabajar en un sitio que se llamaba el Cabo Rojeño.
Trabajé por un tiempo con él, inclusive hicimos varias grabaciones, le hice un sin número de arreglos y hemos mantenido una amistad de muchos años. Willie siempre fue una persona muy recta, con un gusto increíble para escoger los temas y para forjar el estilo de su grupo. A él le gusta que las cosas salgan lo más perfecto posible y eso me gusta mucho, eso nos ha servido de ejemplo a muchos.

– Y qué es lo que más recuerda de sus años en la Fania, ¿quién era su amigo más cercano en ese grupo tan diverso, por ejemplo?
– Yo fui de los primeros que entré a Fania, gracias a Jhonny Pacheco, con quien teníamos una amistad grandísima, pero igual tuve que audicionar para que me aceptaran. Entonces hicimos la audición, no pasaron dos semanas y me llamaron para hacer el primer disco, que fue el de las estrellas de Fania, en el año 68 en el Red Garter.
Todo eso fue un momento muy importante en mi carrera. El sello Fania nos dio a conocer. Yo creo que nosotros por nuestra propia cuenta no podríamos haberlo logrado. Este grupo era como una familia, cada vez que nos reuníamos era como cuando tú ves a tu familia, una alegría, un entusiasmo inmenso. Como decía Cheo Feliciano: Familia éramos todos.

– Su primera grabación, ‘Ritmo pa‘ gozar’, es de 1965. Y la más reciente, ‘Mi ritmo es bueno’, es del 2016. ¿Qué ha sido lo más importante de su evolución en ese largo período?
– Yo siempre trato de no perder la esencia, eso es muy importante. Y con cada disco que hago siempre trato de superar el anterior. Este último me tomó alrededor de unos 7 u 8 años, y cuando lo hice me dije que tenía que venir con algo fuerte, porque el anterior salió nominado también para los Grammy. Creo que lo logré. Este último disco también fue nominado entre los Grammy latinos el año pasado, y aunque no ganó, el ser escogido entre tantas producciones ese para mí un logro más en mi carrera.

Los músicos que tengo en la actualidad dieron el máximo y el logro de ese sonido, de ese estilo, de esa proyección que se hizo en ese disco, nos ha traído un gran reconocimiento del público. Yo me encuentro en la calle gente que me dice que esa producción es la mejor que he hecho en mi vida, pero yo trato de mejorar siempre.

– ¿En esa obra tan amplia que ha construído hay algún disco o tema que sea su ‘niño mimado’?
– Pues fíjate que hay dos temas que grabé en el 73, que son justamente ‘Mi ritmo es bueno’ y ‘El amolador’. Esos son temas que volví a regrabar pero con otro arreglo que no se parece a nada de los anteriores, y mucha gente me dice “Oye, y esos temas ¿dónde tú los conseguiste?”. Y yo les digo, mira esos son temas que grabé hace más de 40 y pico de años. Todo el mundo cree que son nuevos.
Si haces un arreglo, grabas en 1970 y es un éxito, superar eso no es fácil. Yo creo que lo logré en esos dos temas. Pero hay otros varios que a mí me gustan; hay uno también en que le hago homenaje a Cachao, alguien al que no se ha hecho tributo, y yo fui y sigo siendo su admirador.

– ¿Cuáles son esos elementos imprescindibles para Bobby Valentín a la hora de arreglar? Porque si hay algo por lo que uno identifica su música es por la profundidad y complejidad de sus arreglos…
– Yo tengo mi propia forma de sentarme a arreglar. Escojo los temas y a los cantantes que los van a interpretar. Después de que me siento con el cantante y lo dejo oír la melodía, yo vengo y me siento a hacer el arreglo. Pero eso no sale a la primera. A veces he hecho un arreglo y lo he tenido que romper porque no me gusta.
Creo que a ustedes los periodistas les pasa igual. Hacen algo, lo rompen y después utilizan algunas ideas de lo hecho. Eso es lo que hago. A mí me gusta que lo que yo escribo, lo que nosotros los músicos llamamos una ‘cama’ a la melodía, vaya acorde con el cantante, con el tipo de letra. Y no me gusta eso de hacer un arreglo para competir con otro arreglista, no, yo no trabajo así.
Yo compito conmigo mismo. Y siempre busco que tu puedas escuchar el arreglo sin la melodía, sin la música, y se oiga como si fuera un número instrumental.

– ¿Cuando logra eso está satisfecho?
– Sí, sí, y no me gusta hacer como los arreglistas de ahora, que hacen todo en la computadora y ya saben lo que hay antes de ir a grabar. A mí no me gusta eso, yo prefiero ir al estudio y poner las cosas como van, e ir a escuchando. La satisfacción más grande es cuando voy al estudio y lo escucho por primera vez completo y a veces me pregunto: ¿Yo hice eso?

– Maestro, y usted que ha sido un protagonista de la evolución de la Salsa ¿Cómo ve lo que se está produciendo hoy?
– Bueno, en todo tiene que haber cambios, porque no se puede dejar la música estancada ¿verdad? Y nosotros los veteranos tenemos que seguir evolucionando, no perder la esencia, porque si la pierdes no vas para ningún lado. La música salsa ha evolucionado muchísimo, y yo espero que no se quede estancada. Porque yo veo que hoy en día tú no puedes distinguir quién es quién. Antes, cuando una orquesta empezaba a tocar los primeros acordes, tú sabías quién era. Y ahora para mí eso se hace muy difícil.

– ¿Y qué piensa usted de que en Puerto Rico haya tanto reguetón?
– Eso es otra cosa. Tú sabes que la salsa siempre fue de pueblo, pero muchos de nosotros, y digo generalizando, la llevamos a otro nivel. Pero entonces el reguetón vino y ocupó lo que la salsa tenía en aquellos años, que era una música de pueblo, de la masa. El reguetón vino y acaparó ese espacio.
Tiene su esencia, y yo creo que encima de todo eso se pueden hacer muchas cosas, tal como pasó con el son montuno. Pero no se si el público que le gusta el reguetón lo acepte.

El País, Colombia

 

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