La huella salsera del legendario Juan Formell

Para mediados de la década de 1970, el movimiento salsero estaba en plena ebullición. La palabra Salsa ya era usada para identificar tanto la música latina tradicional (el son, el guaguancó, la guaracha, etc,) como para señalar a esas nuevas sonoridades que surgían en el barrio latino de Nueva York y que empezaban a irrigarse por toda América.

Esta fusión de todos los ritmos afrolatinocaribeños sumados al jazz, abrió una puerta valiosa para experimentar con nuevos arreglos y orquestaciones, sobre todo usando las viejas canciones cubanas, que además de haber sido éxitos en el mundo latino no pagaban derechos de autor por el embargo a Cuba efectuado por los Estados Unidos.

Fue tan grande la demanda del público por estas nuevas sonoridades, que los compositores nativos del movimiento salsero no se daban abasto con sus plumas para atender con nuevas canciones a las bandas salseras que pululaban en cada esquina del barrio latino de Nueva York.

Y aprovechando la permeabilidad del son, base primordial de la salsa, empezaron a buscar líricas en géneros como el bossa nova y el rock.

Dentro de las fisuras del embargo a Cuba también encontraron valiosas composiciones que llevaron al movimiento salsero, la mayoría de las veces sin mencionar a los autores. Y entre ellas estaban algunas de Juan Formell, el director de la orquesta más influyente en la Cuba contemporánea.

En la Cuba de principios de los 70, Juan Formell ya era un músico ampliamente reconocido en La Habana. Composiciones suyas habían sido éxitos en la voz de Elena Burke, lo que le había dado el privilegio de obtener la dirección musical de la Orquesta Revé, banda que interpretaba principalmente el ritmo del changüí.

Pero el aventajado e inquieto Formell no pasaría mucho tiempo con la orquesta de Elio Revé, ya que sus proyectos musicales necesitaban obligatoriamente una banda aparte. Así que mientras en Nueva York la salsa se cocinaba, en La Habana Juan Formell, a fuego lento, empezaba a crear un nuevo ritmo con su novel banda Los Van Van, ritmo al que también ya le había puesto un nombre: el Songo.

Cualquier melómano desprevenido podría pensar que el primer disco de Juan Formell llevado al movimiento salsero fue ‘El guararey de pastora’. Ese tema fue todo un éxito, tanto en la interpretación de la orquesta Los Van Van, como en la versión salsera hecha por Ray Barretto para su producción titulada ‘Barretto’, del año 1975. En esta última, titulada simplemente ‘Guararé, participan a dúo las voces de Rubén Blades y Tito Gómez, el mismo que décadas después sería voz legendaria de nuestro Grupo Niche.

Pero, realmente, ‘El guararey de Pastora’, un changüí dedicado a Pastora Yuani Sayús, es una composición de Roberto Bauté Sagarra. Inicialmente fue atribuida a Pedro Speek, pero en 1976 le fue reconocida a Bauté Sagarra mediante sentencia judicial del Tribunal Provincial de Guantánamo.

Lo que si es cierto es que ‘El guararey de pastora’ de Juan Formell y Los Van Van, que saldría en el tercer álbum de la banda en el año 1974, fue la versión que tomaron los músicos de Nueva York para llevarla a la salsa.

Pero ni Pedro Speek, ni Roberto Bauté, ni Juan Formell, aparecen en los créditos del elepé de Barretto, donde simplemente se reseña el tema como ‘Derechos reservados’.

Como hecho curioso, en el trabajo ‘Siempre pegando’, del año 2006 de la ‘Banda sigilosa’ de Venezuela, aparece una versión de ‘Guararé’ en la que se le atribuye la composición a Ray Barretto. Tremendo descache. El otro éxito salsero indiscutible de los años 70 fue la canción que originalmente Juan Formell tituló ‘Y que se sepa’, la cual saldría en un disco de 45 r.p.m entre el año 1970 y 1972 en La Habana, con la vocalización de Miguel Angel Rasalps.

Este tema, a pesar de su éxito indiscutible por el ritmo marcado del songo y por su carácter bailable, no sería llevado a ningún elepé posterior de Los Van Van, pero sería interpretado luego por Omara Portuondo.

Sin embargo, el movimiento salsero se lo apropiaría, con dos nombres diferentes en dos fantásticas versiones, ambas del año 1974. Una se llamaría ‘Que se sepa’, interpretada por la siempre aventajada banda de Roberto Roena para el trabajo titulado ‘Apollo sound 6’, con la vocalización de Tito Cruz. Esta versión, quizá la mejor de todas, finamente arreglada, tiene solos de flauta de Miguel Rodríguez y de guitarra eléctrica de Elliott Randall, omnipresente en todo el disco.

Pero la que más sonó, y suena, por tener un tempo más lento, hecha para el bailador caleño, fue la versión que haría el pianista y arreglista Javier Vásquez con su banda ‘Javier Vásquez y su salsa’, la cual titularía como ‘Síguelo’, con la vocalización de Chito Galindo.

Tanto en el álbum de Roberto Roena como en el álbum de Javier Vasquez aparecen los créditos del disco como derechos reservados, por lo que el movimiento salsero no dejaría impreso el nombre de Juan Formell para la historia de la salsa en estos tremendos discos de indiscutible éxito.

Para el año 1975 habría una nueva versión de ‘Que se sepa’, de la orquesta de Alfredo ‘Chocolate’ Armenteros con arreglos de Javier Vasquez, pero también con derechos reservados del autor.

El primer reconocimiento a Juan Formell como compositor en la escena salsera de los Estados Unidos llegaría de la mano de un fundador de Los Van Van que tempranamente abandonó la banda pero que no se olvidaría de la maravilla lírica de Formell. Este músico sería William Sánchez.

En 1970, cuando Los Van Van habían logrado grabar su primer elepé y varios sencillos en 45 r.p.m., obtuvo el derecho a representar a su país en la Expoferia de Osaka – Japón, junto a otros grandes músicos cubanos como Elena Burke, el cuarteto Las D’Aida y Los Compadres.

Era una gira larga, que incluía además varios países de Europa y la Unión Soviética, pero durante la escala en Francia el guitarrista de la banda de Formell, William Sánchez, pide asilo político en Paris.

Y antes de terminar el año ya se encuentra radicado en Estados Unidos, donde comienza a trabajar con agrupaciones como Las Estrellas de Fajardo, Willie Chirino, La Orquesta de Luis Santi, Rene Touzet, Carlos Oliva y muchos otros.En 1974 William Sánchez lanza su primera producción discográfica en Miami, denominada ‘Onda Nueva’, donde hace una versión de ‘Aquí se enciende la candela’, titulada simplemente ‘La Candela’.

Fue en ese trabajo donde apareció, por primera vez en el movimiento salsero de los Estados Unidos, el crédito de un compositor identificado como J. Formell. Esto un año antes de la versión de la Típica 73, que también le otorgó los créditos al líder de Los Van Van.

Pero ya en América Latina Juan Formell y Los Van Van habían dejado su huella en el vinilo, gracias a que la banda hizo parte de la delegación artística que actuó en la Feria del Pacífico del Perú, en diciembre de 1,972. El sello ‘Lider’, aprovechando esta visita cultural, lanzó para ese año un disco 45 r.p.m. con dos temas memorables de Los Van Van compuestos por Formell: ‘Aquí se enciende la candela’ y ‘Que se sepa’. Esa fue la primera impresión discográfica de un disco de Los Van Van en América.

Y nuestra Cali no quedó por fuera de esa historia. Como dato anecdótico, para el año 1971 elepés de Los Van Van ya circulaban en la ciudad. Esto a raíz de la edición especial del primer disco de Los Van Van que prepararía la delegación cubana que vino a participar en los Juegos Panamericanos.

Ese disco, con la impresión del logo oficial de los juegos en su carátula, lo regalarían los deportistas cubanos a las demás delegaciones participantes, dejando en Cali la primera huella discográfica de Los Van Van en tierras americanas. Muchos años después, Cali se convertiría en la ciudad que le entregaría su amor incondicional a Juan Formell y Los Van Van.

El Pais Wilmer Zambrano

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