La música por internet le gana la batalla a los discos

En abril pasó casi inadvertido un anuncio trascendental en la música: el informe anual de la Ifpi (Federación Internacional de la Industria Fonográfica) reveló que en el 2015, por primera vez, las ventas de música digital superaron a las físicas (los discos, ya sea en vinilo o en CD) en todo el mundo.

Las compras digitales representaron el año pasado el 45 por ciento de los ingresos de esta industria, mientras que los discos, solo el 39 por ciento. En efecto, mientras las descargas y, sobre todo, los servicios de música que se transmite por internet (‘streaming’) aportaron US$ 6.700 millones, las ventas de discos no llegaron los 6.000 millones.

De hecho, la música digital ya genera más de la mitad de los ingresos totales en 19 países, uno de ellos Colombia. En nuestro país, desde el año 2014, la música digital venía generando más dinero que la venta de discos, pero el año pasado la brecha se abrió de manera definitiva: de los más de 56.000 millones de pesos que generó la música en el 2015, el 77,5 por ciento provino del mundo digital (43.968 millones de pesos).

Así lo certifica Adriana Restrepo, la presidenta de Codiscos, una empresa que salió de la crisis generada por la llegada de internet, gracias justamente a los ingresos digitales. “La tendencia está clarísima –explica Restrepo–. El mercado de los años 90 hacia atrás tenía unos cambios tecnológicos cada 15 o 20 años, y por eso el LP (el tradicional vinilo larga duración) duró tanto, hasta que apareció el casete, que no perduró. Y el gran cambio fue el iPod, que vino a contarnos un cuento distinto: en un dispositivo cabían 2.000 canciones. Desde el 2004, los cambios son a cada momento”.

La transformación afecta también al consumidor, que avala el auge de servicios de streaming (reproducción de música en línea, con marcas como Spotify, Deezer, SoundCloud, Rdio, iTunes o Google Play Music), que son el sector de mayor crecimiento.

Mientras los menores de 40 años prefieren usar estos servicios, que no descargan música ni la almacenan, sino que la tienen disponible en la nube, los mayores prefieren lo que Restrepo llama “la tenencia”: poseer físicamente las canciones, ya sea en disco o en archivos digitales.

“Donde más está creciendo ese mercado digital es en Latinoamérica –sigue Restrepo–. Hay dos modelos: el de suscripción, en el que la gente se inscribe (por cerca de 14.000 pesos) y tiene acceso a unos 55 millones de canciones. Y también hay uno libre de pago para el consumidor (como YouTube) que pagan los anunciantes. Pero todavía hay países como Alemania y Francia, donde la venta de discos físicos aún es mayor que el mercado digital”.

Los servicios de música en línea lograron ventas mundiales por 2.900 millones de dólares el año pasado, cifras que suenan menores frente al total de las ventas de música (que fueron 15.000 millones), pero con un fuerte crecimiento: 45,2 por ciento respecto al 2014 y más del 400 por ciento en los últimos cinco años.

No obstante, países donde todavía se venden más discos que música digital aportan mucho más dinero que los países escandinavos, donde los bits ya mandan la parada. Por ejemplo, Japón es el segundo país, detrás de Estados Unidos, en ingresos musicales (sí, todavía amarrado a los CD y los vinilos), y representa el 18 por ciento de las ventas globales. Mientras que Suecia y Finlandia apenas representan el 1 por ciento, cada uno. En ese mismo escalafón, todos los países de América Latina sumados solo llegan al 3 por ciento.

En cualquier caso, mucha gente sigue prefiriendo escuchar gratis la música: según la Ifpi, en el 2014 los servicios por suscripción (‘streaming’) tenían 140 millones de usuarios, mientras que los gratuitos, que viven de los anunciantes (como YouTube), llegaban a 975 millones. Pero, en cambio, mientras los de suscripción generaban ingresos por 1.570 millones de dólares, los gratuitos reportaban ventas de publicidad por 641 millones de dólares, casi tres veces menos.

El artista también come

Si bien la tendencia digital se mantendrá en el futuro, no satisface a todos los que trabajan en esta industria, ya que los ingresos de los artistas vienen cayendo en forma sostenida.

En su informe, el director ejecutivo de Ifpi, Frances Moore, destacó la explosión de la música digital en todo el mundo, luego de dos décadas de un decrecimiento casi ininterrumpido, pero también se quejó de que esos ingresos no están llegando a los músicos, sino a las empresas digitales, algo que se ha dado en llamar ‘la brecha de valor’.

Así lo ratifica el productor colombiano Iván Benavides, también compositor de grandes éxitos: “Aunque los ingresos digitales ya superaron a los físicos, para los artistas no suplen las ventas del pasado. Y, efectivamente, en el caso de la mayoría de los autores, los ingresos en general han bajado. Esto hace que en cualquier proyecto los ingresos se planeen no solo sobre los usos de contenido, sino a partir de muchas ventanas que tienen que ver con presentaciones en vivo, alianzas con marcas, etc.”.

Esto también se infiere de las cifras de Ifpi exhibidas por Codiscos: entre enero y diciembre del año pasado, los ingresos que recibieron las sociedades recaudadoras de derechos (como Sayco) superaron los 11 millones de dólares en Colombia, de los que 64 por ciento provino de presentaciones en vivo; 33 por ciento, de la emisión por radio, TV y cable, y cerca de 2 por ciento, de licencias de derechos en la web y otros ingresos.

La diversificación comercial también enfrenta el reto de la tecnología. Como advierte la presidenta de Codiscos, hace tres años, la mayor visualización de YouTube se daba en computadores de escritorio, y en cambio ahora el 70 por ciento se da en tabletas y teléfonos inteligentes. “Eso tiene ventajas y desventajas, porque en el computador había cuatro posibilidades de publicidad y, en cambio, en los teléfonos solo hay una”, dice Restrepo.

En cualquier caso, muchas más personas entran cada día en la tendencia de la música digital. Y eso tiene también una cara social, señalada por Restrepo: “El entorno mundial lo que hizo fue democratizar el uso de la música”.

JULIO CÉSAR GUZMÁN

 

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